viernes, 27 de abril de 2012

CAPÍTULO 4

Unas horas más tarde, estoy vestida con un hermoso (aysi) vestido corto, color dorado. Parezco un gladiador y creo que me veo muy bien.
(me salto la explicación de como es su vestido, porque ya todos sabemos como iban Clove y Cato vestidos...)
—Se ven grandiosos. Van a amarlos. —asegura Gunnar, y acaba por convencerme.
—¿Ya viste a Cato? —le pregunto, intentando esconder que me importa.
—Claro. Ambos se ven muy bien.
Llevo un maquillaje muy dramático en los ojos y me han cepillado el cabello, pero va cubierto.
A pesar de que preferiría ser yo la que destacara en el desfile, me alivio un poco al ver a Cato vestido igual que yo.
—El público no los reconocerá en La Arena. Perfecto, ¿no? —añade Nitya.
No sé si eso sea algo bueno o no, así que me limito a sonreír. Por otro lado, Cato lleva los brazos descubiertos, lo que me distrae un poco.
Nos llevan al nivel inferior del Centro de Renovación, que es básicamente un establo gigante. La ceremonia inaugural va a empezar y están subiendo a las parejas de tributos en unos carros tirados por grupos de cuatro caballos. Los nuestros son de un color café hermoso, unos animales tan bien entrenados que ni siquiera necesitan un jinete que los guíe. Gunnar y Nitya nos conducen a nuestro carro y nos arreglan por última vez.
—¿Qué piensas? —le susurro a Cato—. De nuestro vestuario.
—Parecemos luchadores, lo que somos. ¿No crees? —me responde con una sonrisa entre dientes.
—Tienes razón. —le respondo igual, sonriendo.
Minutos antes de que comience el desfile, llegan Brutus y Enobaria y nos dicen lo obvio, que nos vemos muy bien y todo eso.
Escucho unas risas que vienen de atrás y al fin puedo ver a los tributos del 12, que son ellos los que ríen. Van vestidos en un traje negro, como el carbón. No causarán mucha impresión.
Empieza la música de apertura. No cuesta oírla, la ponen a todo volumen en las avenidas del Capitolio. Unas puertas corredizas enormes se abren a las calles llenas de gente. El desfile dura unos veinte minutos y termina en el Circulo de la Ciudad, donde nos recibirán, tocarán el himno y nos escoltarán hasta el Centro de Entrenamiento, que será nuestro hogar hasta que empiecen los Juegos.
Los tributos del Distrito 1, que van frente a nosotros, van en un carro tirado por caballos blancos como la nieve. Están muy guapos, cubiertos de piedras preciosas. Distrito 1, fabrica lujos para el Capitolio.
La alarma inicial de la muchedumbre al vernos aparecer se transforma rápidamente en vítores y gritos de "¡Distrito 2!". Todos se vuelven para mirarnos, espero que sean patrocinadores, pero sus ojos sobre nosotros no dura mucho, porque de pronto, la audiencia voltea al último carro, con brillo en sus ojos. Volteo a ver a Cato y su expresión es dura, está tan enojado como yo. Ambos volteamos hacia atrás y vemos al carro del Distrito 12, ardiendo en llamas.
¡Pero como! ¡Yo los vi! ¡Estaban vestidos de un negro muy aburrido! ¡No puede ser! ¡Nos han ignorado!
Al ver las caras de los demás tributos detrás de nosotros, se ven tan sorprendidos como nosotros.
Los doce carros llenan el circuito del Círculo de la Ciudad. Nuestros caballos nos llevan justo hasta la mansión del presidente Snow, y allí nos paramos. La música termina en unas notas dramáticas.
El presidente nos da la bienvenida oficial desde el balcón que tenemos encima. Lo tradicional es enfocar las caras de todos los tributos durante el discurso, pero en la pantalla ponen a la pareja del Distrito 12 más de lo que les corresponde. Eso me enfurece aún más, y a Cato ni se diga.
Recorremos el circuito una vez más antes de desaparecer en el Centro de Entrenamiento.
En cuanto se cierran las puertas, nos rodean los equipos de preparación, que se ven tan frustrados como nosotros.
Miro a la chica del Distrito 12 con odio, igual que Cato y muchos de los otros tributos. Ella parece darse cuenta, lo que me provoca un poco de satisfacción. Llegan los estilistas del 12 y apagan el fuego. Lástima que el Capitolio no pudo ver que era sintético.
En cuánto llegan Gunnar y Nitya, Cato corre hacia Gunnar e intenta golpearlo.
—¡Dijiste que seríamos los mejores! —le grita Cato.
—¡Y lo fueron!
La respuesta de Gunnar me molesta hasta a mí. Que hipócrita.
Un par de Agentes de la Paz toman a Cato y se lo llevan. Tengo un compañero de Distrito muy agresivo, dentro de La Arena nos viene bien, pero fuera va contra las reglas.

El Centro de Entrenamiento tiene una torre diseñada exclusivamente para los tributos y sus equipos. Éste será nuestro hogar hasta que empiecen los Juegos. Cada Distrito tiene una planta entera, así que nosotros estamos en el segundo piso.
Me dan mi propia habitación, y al llegar, me dejo caer sobre la cama. Estoy exhausta. Antes de darme cuenta, me quedo dormida hasta que Zenobia va a despertarme para ir a cenar.
Cuando llego al comedor, Cato y Brutus hablan, seguro del desfile. Al parecer, Cato ya no está tan molesto.
Brutus, Enobaria, Cato, Gunnar, Nitya y yo estamos sentados en la mesa. El objetivo no es comer, sino planear estrategias, y con Gunnar y Nitya, no vamos muy bien.
Unas personas silenciosas vestidas con una túnica roja nos ofrecen unas copas de vino. Siempre me ha gustado el vino.
Nadie habla, es cierto, fracasamos en el desfile, no tenemos nada que decir. Yo, me concentro en mi cena: sopa de champiñones, verduras amargas con tomates del tamaño de guisantes, ternera asada cortada en rodajas, fideos en salsa verde y queso que se derrite en la lengua con uvas negras dulces. Una cena deliciosa, pero solo se escucha el sonido de los cubiertos golpeando contra los platos.
—Estuve pensando en sus trajes para las entrevistas... —dice Gunnar en voz baja.
—Si vas a diseñarlos tú, prefiero ir desnudo. —responde Cato.
Eso le cierra la boca y la mesa vuelve a estar tan silenciosa como al principio.
—El toque justo de rebeldía. (the perfect touch of rebellion) —añade Enobaria de la nada.
Seguro hablaba del debut del Distrito 12.
¿Rebeldía? No creo. El Capitolio ya se habría encargado de eso. O más bien, de ella.
—Mañana por la mañana es la primera sesión de entrenamiento. Reúnanse con nosotros para el desayuno y les diré como comportarse. —dice Brutus—. Ahora vayan a dormir.
Cato y yo nos ponemos de pie y caminamos hasta nuestras habitaciones. Cuando llegamos a mi puerta, él se apoya en el marco de la puerta y no me deja pasar.
—¿Qué tal la chica del 12? —me pregunta.
—Nos robó el show. —le contesto poniendo los ojos en blanco.
—Creo que ya sé a quién mataré primero.
Ambos reímos un poco, Cato me da un besito en la frente y da la vuelta.
—Eh, Cato. —le digo antes de que él llegue a su puerta.
—¿Mmm? —me responde.
—Gracias por todo.
—Claro, Clove. —sonríe extrañado y entra a su habitación.
No estoy muy segura de porque le dí las gracias, pero últimamente me he sentido más ligada a él, y tampoco estoy muy segura de si éste sentimiento viene de la Cosecha o desde antes. Sólo sé que me siento más segura estando con él que estando con cualquier otra persona. Y el problema es que solo uno puede sobrevivir.


(OH MY GOD! Jajaja chicos, muchas gracias por sus bonitas palabras :3 creo que les está gustando el fanfic :D varias personas me dijeron que les avisara cuando subiera capítulo :3 btw, no tendré tiempo de escribir ésta semana, así que tal vez habrá capítulo hasta el jueves o viernes :( igual los quiero mucho! Hehe)
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martes, 24 de abril de 2012

CAPÍTULO 3

Pasamos la noche en el tren, la única noche en la que dormiremos aquí, ya que el Distrito 2 está muy cerca del Capitolio.
Lo primero que escucho a la otra mañana es la voz de Zenobia Cronin llamándome para que me levante.
—¡Arriba, arriba, arriba! ¡Va ser un día muy, muy, muy importante! (todas las acompañantes lo usan hehe)
Me levanto y me pongo unos pantalones y una camisa color rojo oscuro. No me arreglo mucho, ya que en unas horas estaremos en el Capitolio y mi estilista decidirá como vestirme. Hace unos años, un par de tributos fueron desnudos en el desfile, me encantaría hacer eso (uh, Clove regalada).
Cuando entro en el vagón comedor, Zenobia se acerca a mi con una taza de café solo, mientras ríe ruidosamente. Brutus y Enobaria también ríen, y Cato le da un sorbo a su taza de café un poco molesto. 
—¡Siéntate! ¡Siéntate! —exclama Brutus haciendo señas con la mano.
En cuanto lo hago, me sirven una enorme bandeja de comida: huevos, jamón y montañas de papas fritas. Frente a mí hay un frutero y una canasta de panecillos. También tengo un elegante vaso de jugo de naranja, mi taza de café y una taza de chocolate caliente.
Pruebo de todo un poco, aunque como mucho y procuro no pasarme con los alimentos más grasos. Cuando siento que el estómago me va a estallar, me echo hacia atrás y veo a mis compañeros de desayuno. Cato se ha terminado todo lo que pusieron en su bandeja y ahora trocea los panecillos y los moja en el chocolate caliente. Brutus toma otra taza de café y Enobaria prueba la fruta. Brutus y Enobaria me agradan, ambos ganaron sus juegos, aunque en ediciones diferentes (obvio). Nuestro Distrito siempre tiene patrocinadores de más, y eso se lo agradezco a ellos. Aunque no fueron ellos los mentores el año pasado, sé que lo harán bien con nosotros.
—Entonces, ¿se supone que deben aconsejarnos? —les pregunto.
—¿Quieres un consejo? Maten a todos. —responde Enobaria enseñando sus afilados dientes.
Miro a Cato y lo encuentro con una gran sonrisa de satisfacción, así que le sigo el juego y también sonrío. 
Brutus le da otro sorbo a su café y le da unas palmadas amigables a los fuertes hombros de Cato.
—Muy gracioso, ¿ah? —sonríe—. Es cierto, no tengan piedad con nadie. Bien, ¿que saben hacer?
No sé si decirle a todo, tal vez será mejor guardarme algunas cosas para La Arena o aunque sea para los Vigilantes. Me sorprende que Cato responde sinceramente y dice todas sus habilidades.
—Mi arma es la espada. Puedo matar a quién sea fácil y rápido. También soy bueno en el combate cuerpo a cuerpo, —los músculos de sus brazos se tensan— puedo romper el cuello de una persona con los brazos y así matarlo.
Brutus lo analiza, asiente y responde:
—Vengan aquí los dos —Cato y yo nos acercamos y él nos toca brazos, piernas y abdomen comprobando nuestros músculos. 
—Cuando los estilistas se encarguen de ustedes, serán bastante atractivos. —añade Enobaria.
Nuestros mentores salen del vagón. Cuando se cierra la puerta detrás de ellos, todo queda a oscuras, aunque con unas pocas luces dentro. Miro a Cato y se ve tan confundido como yo.
Pasan unos minutos y me doy cuenta de que estamos en el túnel que atraviesa las montañas y lleva hasta el Capitolio (oootra explicación que me saltaré...).
Cato y yo estamos solos en el vagón pero guardamos silencio. No he hablado con él desde el entrenamiento.
—Cato... —digo en voz baja.
Él no me responde y cambia su lugar.
De pronto, el tren comienza a frenar y se ilumina poco a poco. Ambos nos ponemos de pie y caminamos hacia la ventanilla para ver algo que solo hemos visto en televisión y en fotografías: el Capitolio, la ciudad que dirige Panem. Es enorme, lleno de colores, de personas, de edificios, de gente vestida de forma extraña. Todos los colores parecen artificiales, rosas demasiado intensos, verdes demasiado brillantes y los amarillos que dañan los ojos. En el Distrito 2 no hay muchos colores, todo es gris, negro y blanco, porque se podría decir que es un Distrito militar.
La gente empieza a señalarnos con entusiasmo al reconocer el tren de tributos que entra a la ciudad. Comienzo a saludar a todos pero Cato se limita a mirar con los ojos entrecerrados. Supongo que esa es su estrategia para conseguir patrocinadores, parecer guapo. A un chico del Distrito 4, Finnick Odair, le sirvió muy bien esa estrategia hace unos diez años. 
El tren se mete en la estación y nos tapa la vista, ahí es cuando regresamos a sentarnos. Él se da cuenta de que lo miro y se limita a responder:
—¿Quién sabe? Quizá quieran otro Finnick.
No lo había juzgado mal. Empiezo a pensar en sus acciones desde la cosecha. Las piezas aún no encajan del todo, pero él tiene un plan que aún no logro descubrir, que lo llevará a ganar. Desde ahora está luchando por ganar, lo que significa que, Cato, mi amigo, está luchando por matarme.

¡Ah! Aprieto los dientes mientras veo como Katri (Venia), una mujer de pelo color rosado y tatuajes por todo el cuerpo, me lava y me corta el cabello.
—¿Te gusta así? ¿O así? ¿Qué tal así? —pregunta ella mil veces sin darse cuenta de que no me importa.
Éstas personas hablan con un tono muy agudo, apenas abren la boca para hablar y terminan todas las frases como si terminaran una pregunta. Eso se me hace un tanto molesto.
Llevo más de tres horas en el Centro de Renovación y todavía no conozco a mi estilista. Por lo que sé, me verá hasta que Katri y los demás miembros de mi equipo de preparación no se hayan ocupado de problemas obvios, mis uñas, mi cabello...
Pasa una media hora más y después me obligan a ponerme de pie, mis tres estilistas, Katri, Pliny (Octavia), y Cordo (Flavius), dan un paso atrás y admiran su trabajo. Yo, simplemente sonrío.
—¡Vamos a llamar a Gunnar (Cinna)!
Los tres salen corriendo del cuarto. Pongo los ojos en blanco mientras suelto un suspiro. Que personas tan bobas.
Miro las paredes y el suelo, todo blanco y frío, y veo la bata colgada a un lado, pero no la tomo. Igual en cuanto llegue éste tal Gunnar, hará que me la quite.
La puerta se abre y entra un joven güero con lentes, debe ser Gunnar. Lleva un tatuaje por todo el cráneo al que no puedo encontrarle forma.
—Hola, Clove. Soy Gunnar, tu estilista. —dice en voz baja pero con mucha seguridad.
—Hola. —respondo fríamente.
Gunnar levanta una ceja y comienza a revisar mi cuerpo desnudo, sin tocarme, pero con mucha precaución de tomar nota de cada centímetro. Reprimo el impulso de cruzar los brazos sobre el pecho.
Gunnar no es nuevo, lleva varios años. El año pasado hizo un buen trabajo con nuestros tributos. Aunque los vistió completamente de gris, se veían elegantes, y consiguieron muchos patrocinadores.  
Cuando me dejan ir, voy con Gunnar al comedor y unos minutos después llegan Cato y Nitya (Portia), su estilista. Cato lleva una mejilla roja y le sangra la nariz. Seguro se peleó con alguien, suerte para él que no lo atraparon, porque va contra las reglas.
Gunnar presiona un botón que desliza una mesa y unos segundos después nos traen de comer. Estamos Cato, Nitya, Gunnar y yo.
Pollo, gajos de naranja, guisantes y cebollas diminutas, panecillos en forma de flor; de postre hay un pudin color miel.
Mientras comemos, dejamos que Gunnar y Nitya hablen. (me salto la explicación de los trajes de acuerdo al Distrito en el desfile...)
—Entonces, ¿de qué nos disfrazarán? ¿Algo ridículo? —pregunta Cato un poco burlón. Al parecer su comentario molesta a los estilistas.
—No del todo. —responde Gunnar—. Nos olvidaremos un poco del tema del cemento y de los Agentes de la Paz.
"Iremos desnudos", pienso.
—Somos siempre el Distrito que más brilla. Así que ésta noche brillarán. Van a amarlos.
—Ningún Distrito se verá mejor. —aclara Nitya.
Lo pienso un poco más, nuestros estilistas son buenos, harán un buen trabajo, eso seguro.
Hasta ahora, se podría decir que la suerte está de nuestro lado.


(Bueno, hasta aquí nos quedamos a la mitad del quinto capítulo en el libro :) vamos muy rápido jakjska. Comentan, porfi? Los quierooooo mucho. Gracias :D)
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(Ah, otra cosa. Si quieren que yo les avise por Twitter cada que subo capítulo, me dicen en los comentarios o me mencionan en Twitter :D)

viernes, 20 de abril de 2012

CAPÍTULO 2

Una vez, cuando tenía cinco o seis años, en el entrenamiento, esperaba inmóvil en la fila del puesto de los cuchillos. Cuando fue mi turno de tirar, le dí justo en el corazón a la diana estándar, y luego a la silueta humana. Y allí me quedé. Con una gran sonrisa en el rostro. Estando orgullosa de mí.
Así me siento ahora.
—¡Bueno, bravo! —exclama Zenobia Cronin, llena de entuasiasmo—. ¡Éste es el espíritu del Distrito 2! ¿Cómo te llamas?
—Clove... —no me dejan terminar mi apellido porque todos comienzan a gritar y a aplaudir.
—Apuesto a que estás emocionada por lo que te espera, ¿cierto? —pregunta Zenobia mientras yo le analizo el rostro modificado por el Capitolio.
—Oh, claro que lo estoy. —suelto una pequeña risita que los vuelve locos.
Pasan al menos dos minutos para que el Distrito deje de aplaudir y de gritar.
—¡Qué día tan emocionante! —deja pasar unos segundos—. ¡Ha llegado el momento de elegir a nuestro tributo masculino! —con la clara intención de entusiasmar aún más al Distrito, avanza hacia la bola de los chicos con esos pequeños saltitos en su caminar que tanto me molestan, después mete la mano hasta el fondo tomando la primera papeleta que encuentra, vuelve rápidamente al podio y lee en voz clara—. Ostro Keene.
Pienso un poco intentando conocer el nombre, pero no me suena. De pronto veo a un chico flacucho de 12 o 13 años caminando hacia el escenario. Será presa fácil.
El chico sube al escenario, y por raro que suene nadie se abalanza para ser voluntario. ¿Donde está Cato?
—¿Voluntarios? —pregunta Zenobia con un ligero miedo en su mirada, ya que los chicos suelen ser muy agresivos para llegar al podio.
Nadie corre, nadie grita. Esto es muy raro. De pronto, al fondo, en la sección de chicos de 18 años, se ve movimiento. Hay personas golpeándose entre si. Hay un fuerte alboroto atrás. Unos minutos después veo a tres chicos, entre ellos Cato, corriendo hacia nosotros.
No me sorprende, pero el primero en llegar es, claro, Cato.
Cuando él sube al escenario, el pequeño Ostro baja corriendo, y muriendo de miedo, busca a su mamá. Qué tonto.
El alcalde empieza a leer el largo y aburrido Tratado de la Traición, como hace todos los años en éste momento (es obligatorio), pero no escucho ni una palabra.
"Perfecto", pienso. Ahora podré demostrarle a Cato que no soy tan débil como él piensa. Y además estaré en La Arena con él, tal vez solos. Con la única preocupación de que solo uno puede salir con vida.
Aunque, como él dijo, somos veinticuatro, sería mala suerte tener que matarlo yo.
Como sea, últimamente no hay quién se fíe de la suerte.
El alcalde termina de leer el Tratado de la Traición y nos indica a Cato y a mi que nos demos la mano. Nunca había tocado a Cato, ni siquiera las manos. Su mano es fuerte y grande y puedo sentir las palpitaciones de su sangre en ella. Me mira a los ojos con una horrible mirada, la misma que usa cuando su padre lo golpea. Rencor, seguramente.
Nos volvemos para mirar a la multitud, mientras suena el himno de Panem (aka Horn Of Plenty de Arcade Fire).

En cuanto acaba el himno, nos ponen bajo custodia. No nos esposan ni nada, pero un grupo de Agentes de la Paz nos acompaña hasta la puerta principal del Edificio de Justicia. Quizá, antes, algún tributo intentara escapar, aunque, ¿quién lo haría? ¿Quién se perdería su oportunidad de participar en Los Juegos del Hambre? Yo no.
Una vez dentro, nos separan a Cato y a mí en salas diferentes y me dejan sola. Un sitio lujoso, si, casi igual a mi casa. Éste es el tiempo que se nos da a los tributos para "despedirnos" de nuestros seres queridos.
Mi madre, mi hermana y mi padre son los primeros. Extiendo los brazos hacía mi madre y ella me contesta con una bofetada.
—¿Por qué lo hiciste? ¡No debiste haber sido voluntaria! ¡Si ganas serás muy infeliz! —me grita ella.
Me llevo la mano a la mejilla que siento caliente por la bofetada.
—¿Qué mas da? ¿Qué mas da? —responde mi padre—. Me siento muy orgulloso de mi pequeña Clove.
Mi padre me abraza y mi hermana me dice:
—Bien hecho, Clove. Supongo que tú si podrás traer honor a la familia.
—Seguro que sí. —le respondo con una sonrisa.
Un Agente de la Paz entra y nos dice que se nos ha acabado el tiempo.
—Los quiero, a los tres. Los veré en un mes, ¿de acuerdo?
Ellos me responden, el agente les ordena que se marchen y cierra la puerta. Escondo la cabeza en unos de los cojines y sonrío, grito y río de felicidad (en otras palabras, Clove está fangirleando).
Después de ellos, nadie más entra. Supongo que no soy tan querida como pienso.
La estación de tren está cerca del Edificio de Justicia, y aún así nos llevan en coche. Es uno parecido a los muchos que tiene mi padre.
No he llorado, Cato tampoco. Y supongo que hicimos bien, porque la estación está a rebosar de periodistas con cámaras apuntándome a la cara.
Tenemos que quedarnos unos minutos en la puerta del tren, para que las cámaras nos capten, después, nos dejan entrar al vagón y las puertas se cierran detrás de nosotros. El tren empieza a moverse de inmediato.
Al principio, la velocidad del tren me asusta un poco. Nadie de nosotros había viajado en tren antes, ya que está prohibido viajar de un Distrito a otro.
(Bla, bla, bla, me salto la explicación de como se construyó el Capitolio y eso...)
En el tren, cada uno tiene su propia habitación, con un vestidor y un baño privado. Me doy un baño rápido y me pongo un pantalón verde y una blusa de tirantes color café, ropa que saco de los cajones que hay en mi habitación.
(Me salto también la historia de los Sinsajos por que Clove no tiene uno...)
Zenobia Cronin va a recogerme para la cena, y la sigo por un estrecho y largo pasillo hasta llegar a un comedor con paredes de madera pulida (MAHOGANY!) que es un tanto común para mi.
Como todos los trenes son iguales, me pregunto como se sentirán los tontos tributos del 12, que aún no conozco, con tantos lujos. Lo cual me da un poco de risa. Tributos flacuchos que llegarán al baño de sangre, cuando mucho.
Hay una mesa en la que todos los platos se ven muy frágiles, y Cato ya está sentando, esperando.
—¿Dónde está nuestro mentor? —pregunta él.
—No deben tardar en llegar. —responde Zenobia.
Claro, son dos mentores. Como tenemos muchos vencedores en nuestro Distrito, no a todos les da tiempo de ser mentor, así que cada año ponen a dos o más. El Distrito 1, el nuestro y el Distrito 4 son los únicos con ese privilegio.
La primera en llegar es una mujer con unos dientes muy afilados, seguro hechos en el Capitolio. Y unos segundos mas tarde llega un hombre, grande y robusto. (¡Saludos Enobaria y Brutus! Jaja)
La cena sigue su curso: una espesa sopa de zanahorias, ensalada verde, chuletas de cordero y puré de patatas, queso y fruta, y una tarta de chocolate (si, a todos los tributos les dan lo mismo de comer ._.).
Al terminar, vamos a otro compartimento para ver el resumen de cosechas de todo Panem. Vemos las ceremonias una a una, los nombres, los voluntarios y todo. Examinamos las caras y sus comportamientos: una chica rubia y sexy del Distrito 1, que seguro tendrá muchos patrocinadores, una pelirroja del Distrito 5, un chico cojo del Distrito 10, una pequeña del Distrito 11, será fácil terminar con ella. Y la primera voluntaria del Distrito 12. Qué valentía la suya, aunque no llegará muy lejos.


(Espero les guste mucho :D y gracias por las bonitas palabras que me dieron por el primer capítulo :3 igual, me dicen si les gustó por aquí o en Twitter, va? Gracias :D)
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martes, 17 de abril de 2012

PRIMERA PARTE: Los Tributos.

(Recuerden que está narrada desde la perspectiva del Distrito 2, así que no me odien. :D)

CAPÍTULO 1

Cuando despierto, escucho unos murmullos afuera de mi habitación, pero no le doy mucha importancia. Estiro un poco los dedos y me encuentro con mi desayuno servido en mi cama, como siempre.
Me apoyo en un codo y me levanto un poco; lo primero que veo es mi uniforme del entrenamiento, hoy es el último día y sólo será media mañana. Porque es el día de la cosecha.
Me bajo de la cama y me pongo el uniforme, aún está tibio por la secadora. Me acomodo un poco el cabello oscuro y bajo las escaleras.
En la cocina me encuentro con mi madre y con mi hermana. Mi madre intenta recuperarse de las horribles pesadillas que no la dejan dormir por la noche y del dolor de cabeza que tiene casi diario (tipo la mamá de Madge), mi hermana, que es mayor que yo, sigue desayunando.
Mi madre, ganó Los Quincuagésimo Primeros Juegos del Hambre (si, un año después de Haymitch), cuando tenía dieciocho años, ahora tiene 41.
Por otro lado, mi hermana fue voluntaria hace un año, cuando ella tenía 18, pero entre tantas personas queriendo ser tributo, perdió su valiosa oportunidad de traer honor a la familia y al Distrito.
Yo, Clove, tengo 16 años, y este año voy a ser voluntaria, y voy a ganar los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre.
Nuestra parte del Distrito 2, que es la parte más rica de Panem después del Capitolio, (si recuerdan que el D2 está aliado al Capitolio y es el Distrito más rico, no? Bien.) aunque en realidad en el Distrito 2 no hay zona pobre. A estas horas las calles están llenas de Agentes de la Paz que se dirigen al Hueso para comenzar con el día de la cosecha en todo Panem.
Sinceramente creo que toda nuestra nación no sería la misma sin el Distrito 2. Producimos armas, Agentes de la Paz y todo lo que se necesita para tener a Panem bajo control y así no tener que enfrentar una rebelión como la de los Días Oscuros.
Durante los Días Oscuros fuimos el único Distrito fiel al Capitolio, así que ahora tenemos un trato preferencial.

Al llegar al Centro de Entrenamiento del Distrito 2, que es donde nos entrenan desde que tenemos 4 años hasta que cumplimos los 18 o hasta que somos voluntarios o salimos en el sorteo de los nombres, me reciben con la lista de puestos que visitaré hoy para entrenar, que son la mitad de lo usual.
Cuchillos, lanzas, espadas, combate cuerpo a cuerpo, etc.
Cuchillos, los manejo bien. Podría decir que es mi mejor arma.
Lanzas, no soy tan mala como otras personas.
Espadas, me gusta ese puesto, mucho.

Para cuando llego al último puesto, el entrenamiento está por terminar. Me limpio un poco el sudor de la frente y tomo una espada de las largas. De pronto, escucho un grito detrás de mi.
—¡Eh, Clove! ¡Yo iba a tomar esa espada!
—¡Debiste ser más rápido, Cato! —le contesto entre risas.
No suelo reír mucho, y menos cuando estoy entrenando, es algo serio.
Cato es un tipo duro. Su padre lo obliga a entrenar más duro que los demás, porque es el único varón elegible para Los Juegos del Hambre en su familia. Solemos platicar después del entrenamiento o después del colegio, pero no mucho. Aunque somos algo así como amigos, lo único importante para él es ir y ganar Los Juegos. Mas de una vez me ha gritado o me ha pegado durante los entrenamientos. Una vez casi me corta con su espada.
Al terminar, mientras empacamos nuestras cosas, me pregunta:
—¿Estás emocionada? ¿Por la cosecha?
—Un poco... supongo que tú si lo estás. —le respondo.
—Es mi último año para ser elegible, y no voy a desperdiciarlo. Iré a Los Juegos cueste lo que cueste.
—Ya. Éste año seré voluntaria.
—¿Tu mamá lo sabe? —me pregunta él.
—Claro que no. No me dejaría.
—La entiendo. Solo tienes dieciséis. La mayoría somos voluntarios hasta los dieciocho, ya que estamos bien entrenados.
—Pero a los dieciocho es nuestro último año. No quiero perder mi oportunidad como mi hermana.
—Bueno, sería mala suerte tener que matarte yo, ¿no lo crees? —sonríe.
—¿Enserio lo harías? —le pregunto.
—Claro que si. Te dije que ganaré cueste lo que cueste, ¿no? —sonríe una última vez, guiña un ojo, toma sus cosas y se va.
Eso si que no me lo esperaba.

Al llegar a casa, encuentro a mi madre, a mi padre y a mi hermana preparados para salir. Mi madre lleva un lindo vestido blanco que mi padre le regaló hace unos años, antes de que su matrimonio se estropeara, mi padre lleva un fino traje, y mi hermana un bonito vestido azul.
Arriba, me espera un baño de burbujas para quitarme el sudor y relajarme un poco. Después de vestirme, me pongo un poquito de maquillaje y me arreglo el cabello.
A la una en punto nos dirigimos a la plaza, salimos temprano porque seguro habrá mas autos en las calles de lo normal. Al llegar, bajo del auto y los gritos y aplausos de felicidad me ensordecen. Saludo a varias personas y con una gran sonrisa voy a formarme con las chicas de dieciséis años sin quitarle la vista al auto de mi familia. Mi madre no puede saber que seré voluntaria.
Me encuentro de pie, casi hasta adelante de las chicas de dieciséis, para así poder ser de las primeras en llegar al escenario y poder ser yo la tributo del Distrito 2 éste año.
Justo cuando el reloj da las dos, el alcalde sube al podio y empieza a leer. Es la misma historia de todos los años, en la que habla de la creación de Panem, el país que se levantó de las cenizas de un lugar llamado antes Norteamérica. (no voy a poner tooooda la historia que ya sabemos y así... tampoco voy a poner las reglas de Los Juegos del Hambre)
Al terminar de decir todo (esto /\), el alcalde lee la lista de los habitantes del Distrito 2 que han ganado en ediciones anteriores. Esto es lo más tardado, ya que en setenta y cuatro años hemos tenido alrededor de 50 o 55 vencedores.
El alcalde regresa a su silla y la acompañante del Distrito 2, Zenobia Cronin (lo inventé yo ._. es lo que sería Effie, pero en el D2), sube al podio.
La mujer, tan alegre como siempre, saluda con el habitual:
—¡Felices Juegos del Hambre! ¡Y que la suerte esté siempre de su parte!
Ante sus palabras, todo el Distrito ríe, grita y salta.
Éste año solo tengo 7 papeletas en la urna. Cinco porque tengo dieciséis años, y dos porque pedí teselas solo para que mi nombre entrara mas veces en el sorteo. Terminé regalando la asquerosa ración de aceite y cereales que me dieron.
Zenobia mete la mano hasta el fondo de la urna de cristal de las chicas y saca un trozo de papel. La multitud guarda silencio para poder escuchar el nombre de la afortunada que representará al Distrito 2 en los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre.
Una extraña sonrisa se dibuja en mi rostro mientras deseo desesperadamente que sea yo, que sea yo, que sea yo.
Zenobia Cronin regresa al podio, alisa el trozo de papel y lee el nombre con voz clara; y no soy yo.
Los pensamientos se me nublan y ni siquiera puedo escuchar el nombre de la chica que salió sorteada, antes de que me dé cuenta, me veo corriendo hacia el escenario justo para la pregunta de "¿Voluntarios?". Pero no soy la única que corre, hay muchas mas chicas que también quieren ser tributos. Corro lo más rápido que puedo y llego gritando "¡Yo! ¡Me presento voluntaria!". Al parecer mi voz se quiebra y sale un grito inhumano que hace que Zenobia baje la mirada hacia mi. Me señala, y ya está. Soy el tributo femenino del Distrito 2 para Los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre.


(Espero les guste y por favor comenten aunque no tengan cuenta, o díganme que les pareció en Twitter. Los quiero! :D)
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domingo, 15 de abril de 2012

Información del fanfic de Clove y Cato :)

Ya estoy pasando los capítulos a la perspectiva de Clove :D aunque apenas voy casi a la mitad del primer capítulo ._. no es tan fácil...
En fin, quería decirles unas cosas antes. :)


  • Como los capítulos del libro son un poco largos como para una sola entrada del blog, cada capítulo va a estar dividido en 2 o mas partes, dependiendo de que tan largo es el capítulo en el libro.
  • Voy a agregar y quitar cosas del libro, cosas narradas sobre la vida de Katniss y así.
  • ¿Clove debería tener un mejor amigo así tipo Gale?
  • /\ comenten sobre eso o díganme en Twitter. :)
  • Obvio, el libro va a acabar un poco antes aquí en el blog, porque Clove muere antes. Duh. (?
  • Pondré el final al estilo Clato, no al estilo Everlark para no spolear (?) a algunas personas.
  • Si agrego o quito cosas que ni al caso con el libro, porfi no me odien :c aysi.


Y ya, es todo.
Empezaré a subir cuando termine la primera parte del primer capítulo, que como el primer capítulo en el libro tiene 10 páginas, aquí tendrá 5 e igual así va a estar un poco largo. :)
En otras noticias...
Jenn va a estar en El Hormiguero el jueves :DD
PEE HERE, PEE THERE, PEE EVERYWHERE. PEE IN SPAIN.

Los quiero mucho mucho, y que la suerte esté siempre de su lado :)

Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter :)

jueves, 5 de abril de 2012

Bienvenidos.

HOOOLAAA :D
Últimamente he visto en Twitter que muchos querían leer una fanfic de Clove y Cato (Clato) y pues decidí hacer una :)
Aún no voy a empezar a subir capítulos, ya que no tengo mi libro de Los Juegos del Hambre aquí conmigo y preferiría esperar a que lo tenga, y para eso van a pasar dos semanas o algo así.
La historia (la cual va a estar llena de SPOILERS si no has leído el libro o visto la película) va a narrar los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre desde el punto de vista de un tributo profesional, que va a ser Clove.
Los que leímos el libro, sabemos el punto de vista de un tributo del distrito mas pobre, que es voluntaria para salvar a su hermana, Katniss, y lo despreciable que se ve el Capitolio desde el Distrito 12.
Pero aquí sabremos el punto de vista de un tributo salido del distrito mas rico, que es voluntaria para llevar honor a su distrito, Clove, y lo majestuoso que se ve el Capitolio desde el Distrito 2.
SERÁ LA MISMA HISTORIA QUE VIMOS EN EL LIBRO SOLO QUE DESDE OTRA PERSPECTIVA.

Gracias por leer y espero les guste el fanfic :D
Los quiere, Fer.
@ProudOfJennLaw en Twitter.