sábado, 23 de junio de 2012

Avisos.

("Avisos" aysi. Haha) 
Hola chic@s :) como podrán ver, ya cambié la dirección del blog por la que ganó en la encuesta, pero calma, si se confunden o no sé, aún pueden entrar a Clatofanfic (www.clatofanfic.blogspot.com) y ahí leen y pues ya sabrán que hacer :D haha
Y pues bueno... muchísimas gracias por leer el fanfic de Clato, por todas sus lindas palabras y todo eso :´) enserio, muchas, muchas, MUCHAS gracias chicas y chicos, son todos un amor. Cuando digo "los quiero" no lo digo nada más porque si, es que, enserio los quiero muchísimo. Ahora ocupan un gran gran lugar en mi corazón :3 Ha sido una gran experiencia. #ComoLesExplico
Y pues fui a los Teen Choice Awards *O* jaksjkajsa okno.
Y creo que eso es todo...
Los quiero, y muchas gracias por todo :´)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)

jueves, 21 de junio de 2012

CAPÍTULO FINAL

Sin importar lo que haya pasado, seguimos juntos. Somos aliados, y al parecer, amantes. Bueno, no puedo dejar pasar su confesión por alto sabiendo cuales son mis sentimientos hacia él.
—¡Auch, Clove! ¡Me duele! —se queja Cato.
Al parecer el corte que le hice arriba del ojo cuando intentaba defenderme fue más profundo de lo que esperaba; intento limpiarla con la manga de mi chaqueta y con agua, pero la sangre no deja de fluir.
—¿Se ve muy mal? —me pregunta, y noto las primeras gotas de sudor en su frente.
—No, no tanto... no tanto como el corte que le hiciste a Peeta. —ambos reímos.
—¿Dónde crees que estén? —se le quiebra un poco la voz al final.
—¿Peeta y Katniss? Juntos... por la nueva regla y eso.
—Si... Me sorprende como es que Peeta no murió.
—Pues la septicemia va a hacerse cargo de él. Y si no tiene suficientes cuidados, que dudo Katniss, o incluso un patrocinador pueda darle, Peeta morirá. —vuelvo a pasarle la manga por la herida y él vuelve a quejarse.
—Y entonces solo tendremos que ocuparnos de su compañera. —sonríe— ¿Quienes quedan?
—Tú, yo, Katniss, Peeta, la chica del 5 y el chico del 11. —respondo.
—¿Thresh? ¿Sigue vivo? —pregunta Cato.
—¿Quién?
—El chico del Distrito 11. Creí que lo había advertido, y como su compañera de Distrito no era muy grande, creí que no tenía oportunidad. —dice él colocándome un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Pero su compañera fue lo bastante inteligente para aliarse con Katniss. Y sobre Thresh... no ha aparecido en Los Caídos. Entonces, ¿él y Katniss son nuestras amenazas? —digo.
—No, no. No son amenazas. —afirma Cato— Pero si hay que terminar con ellos pronto.
Dejamos pasar un tiempo sin decir nada, y él se queda dormido justo cuando quiero decirle algo.
Me quedo sentada junto a él, y me reviso cortes en los brazos que yo misma me he hecho, por accidente; y me lavo la cara. Estamos en nuestro escondite, bajo el tronco torcido, a unos pocos metros de la Cornucopia, y uno de los lagos en La Arena está muy cerca de nosotros. De ahí es de donde tomo toda el agua que tenemos para beber, y para curar heridas, pero para eso no sirve de mucho.
Es de madrugada cuando el sonido de unas trompetas nos despierta.
Nos miramos desconcertados, y después subimos la mirada al cielo. Vemos el rostro de Claudius Templesmith, anunciando un banquete. Dice que todos necesitamos algo con desesperación; y nosotros necesitamos comida. Peeta y Katniss seguramente necesitan medicina. Al alba habrá mochilas con nuestro número de Distrito en la boca de la Cornucopia.
Claudius desaparece, y todo vuelve a la normalidad.
—¿Vamos a ir? —dice Cato con una gran sonrisa en el rostro.— Nos vendrá bien para matar a algunos  tributos más.
—No. Voy a ir. Tú no. —le digo y reviso las puntas de mis cuchillos.
—¿Irás sola? ¡No! —me toma por un brazo.— No estás sola, Clove.
—Puedo defenderme. —lo obligo a soltarme.— Y estás herido.
—No es para tanto. ¡También quiero matar a algunos Tributos!
—Ah... —digo un poco desanimada— Voy yo pero tú me cuidas la espalda, ¿si?
Preparamos nuestras armas, tomamos un poco de agua, pero eso no nos quita el hambre...
Podría jurar que son alrededor de las siete de la mañana, y varios de los Tributos deben estar preparando sus cosas para el banquete de la Cornucopia. ¿Quienes van a venir? ¿Todos? Reviso los cuchillos en mi cinturón, he perdido tres en todo lo que va de Juegos del Hambre. Cato tiene dos espadas, la lanza de Marvel y la que tenía Peeta, y si no fuera por el corte que le hice arriba del ojo, podría decir que está entero. Hemos perdido unos kilos, si, pero nos sentimos bien.
Yo voy adelante, y Cato me cubre las espaldas. Llevo tres cuchillos en una mano por delante, y otros tres cuchillos en una mano por detrás. Cato trae dos espadas en una mano y una lanza en otra. Nos quedamos escondidos entre unos arbustos, y vemos movimiento a un lado. 
—Vamos a matarla. Está muy cerca. —susurra Cato.
—No. Quiero que todos vean cuando muera, y aquí estamos muy escondidos para las cámaras. —respondo en un susurro.
De pronto, una mesa surge del suelo frente a la Cornucopia. Hay cuatro mochilas negras, unas más grandes que otras. Distrito 2, 5, 11 y 12. Las analizamos un momento hasta que se escucha un pequeño "clic" que indica que la mesa acaba de encajar en el piso. Casi de inmediato, sale una chica corriendo desde dentro de la Cornucopia y toma una de las mochilas. Cato me empuja para que corramos a matarla, pero logro detenernos. Aún no. ¡Era Katniss! No, no era Katniss. Porque tomó la mochila con el número cinco. Era la pelirroja. Me muevo un poco intentando ver hacia donde se fue, pero le pierdo el rastro. No la habíamos tomado a ella como amenaza. Cato me susurra que irá a buscarla y que la matará, pero le digo que no podemos dejar nuestra mochila así de vulnerable.
Nos quedamos unos segundos más ahí, quietos. De pronto, una figura sale despavorida de entre los arbustos, a unos dos metros de nosotros. Lleva arco y flechas, y una trenza.
¡Ajá! ¡Esa si es Katniss! Me vuelvo hacia Cato pero él no está prestando atención. Lanzo un cuchillo a su lado derecho, pero ella lo escucha y logra esquivarlo. ¡Maldita sea! Salgo de nuestro escondite y corro hacia ella. Katniss me ve y tensa su arco apuntándome al corazón; cuando la flecha sale disparada, logro hacerme a un  lado, pero la flecha me da en el antebrazo izquierdo. ¡Ah! Me detengo un segundo para sacarme la flecha del brazo. No sé qué estaba haciendo Katniss, porque ese momento fue más que suficiente para dispararme. Cuando levanto la mirada, ella va llegando a la mesa y está por tomar la mochila con el número doce. La toma, y se vuelve con el arco ya tensado, y en ese momento, uno de mis cuchillos le hace un corte en la frente. Ella se tambalea e intenta lanzar otra flecha, pero está tan mareada que la flecha ni siquiera pasa cerca de mi. ¡Llegó su momento! Me echo encima de ella, no luchamos por mucho hasta que logro pegarle las rodillas y los hombros al piso. La mataré, aquí, ahora. Y muy despacio. Voy a disfrutarlo.
—¿Dónde está tu novio, Distrito 12? ¿Sigue vivo? —le pregunto.
—Está aquí al lado, cazando a Cato. —me responde y empieza a gritar.— ¡Peeta!
Pongo los ojos en blanco y le doy un puñetazo a la altura de la tráquea. Que molesta. Ambas sabemos que Peeta no está aquí.
—Mentirosa. —digo, sonriendo— Está casi muerto, Cato sabe bien donde cortó. Seguramente lo tienes atado a la rama de un árbol mientras intentas que no se le pare el corazón. ¿Qué hay en esa mochilita tan mona? ¿La medicina para tu chico amoroso? Qué pena que no la vaya a ver. —me abro la chaqueta dejando ver una colección de cuchillos que he estado guardando. Selecciono uno de combate, con la hoja curva— Le prometí a Cato que, si me dejaba acabar contigo, le daría a la audiencia un buen espectáculo. —Katniss se retuerce y me desequilibra un poco, pero nada más.— Olvídalo, Distrito 12, vamos a matarte, igual que a tu lamentable aliada..., ¿como se llamaba? ¿La que iba saltando por los árboles? ¿Rue? —que placer tan grande me da hacer esto— Bueno, primero Rue, después tú y después creo que dejaremos que la naturaleza se encargue del chico amoroso. ¿Qué te parece? Bien, ¿por donde empiezo?
Le limpio la sangre de la frente con la manga de mi chaqueta, dándole golpes suaves. Quiero verle la cara. Se la observo un momento, y la muevo de un lado a otro. Veo que intenta morderme la mano, pero le jalo la parte de arriba de la cabeza, y la obligo a apoyarla en el suelo.
—Creo... —intento mostrarme lo más feliz posible, y no lo disimulo.— Creo que empezaré con tu boca.
Katniss aprieta los dientes y yo empiezo a delinear el perfil de sus labios con la punta del cuchillo. En todo el tiempo, ella no deja de mirarme a los ojos. No sé qué esté pensando. 
—Si, creo que ya no te hacen mucha falta los labios. ¿Quieres enviarle un último beso al chico amoroso? —Casi puedo escuchar las risas en casa. De pronto, ella se llena la boca de sangre y saliva y me escupe todo en la cara. Que asco.— De acuerdo, vamos a empezar.
Muevo la mano y el cuchillo tiene la punta entrando a su labio. Tomo un poco de fuerzas para hundirle el cuchillo, y en ese momento una fuerza mayor me arranca de su cuerpo y yo grito.
Thresh me tiene agarrada de la chaqueta y mis pies están a mas o menos un metro del suelo, sino es que más. Katniss se apoya en sus codos, así como yo hice en mi cama en la mañana de la Cosecha. Thresh me mira a los ojos, y después me deja caer de espaldas al suelo. Intento sacar un cuchillo, pero no puedo. Se quedaron atorados en el cinturón y no puedo abrir mi chaqueta.
Thresh empieza a gritarme.
—¿Qué le hiciste a la niñita? ¿La mataste? 
Intento retroceder un poco y ahí me acuerdo de Cato.
—¡No! ¡No, no fui yo! —intento que el miedo no se note en mi voz.
—Dijiste su nombre, te escuché. ¿La mataste? —deja pasar un momento— ¿La cortaste en trocitos como ibas a cortar a esta chica?
—¡No! No, yo no... —Thresh saca una piedra y se la pone en la mano, y pierdo el control. Ya no me importa si me ven.— ¡Cato! ¡Cato!
¿Donde está Cato? ¿O es que me abandonó? ¿Lo mataron? No creo... ¡Tiene que ayudarme!
—¡Clove! —ahí está Cato, pero está muy lejos. Me resigno.
Levanto la mirada y veo la piedra acercándose a mi. Cierro los ojos y siento un horrible dolor en la sien. No tardaré mucho en perder el sentido y luego morir.
Katniss y Thresh intercambian unas palabras rápidas que no logro entender. Y escucho a Cato.
—¡Clove!
Katniss y Thresh desaparecen en el bosque, si es que vi bien. Cato llega corriendo y se arrodilla a mi lado.
—¡Clove! ¡No!
¿Está llorando? ¿Cato está llorando? Trae una lanza en la mano, y con la otra, me da la mano, suplicándome que me quede con él. Me dice que podemos ganar los dos, pero ya no lo escucho bien. Pronto pierdo la vista.
Aún siento su mano sobre la mía, así que él sigue aquí. En los segundos siguientes, una culpa horrible me inunda. Quiero disculparme con todos. Con mis estilistas. Con Zenobia. Con mis mentores. Hasta con Ostro Keene, quién iba a ser mi compañero. Con mi familia. Quiero abrazar a mi hermana. Quiero disculparme con Cato. ¿Por qué? No lo sé. Pero quiero hacerlo.
Cato sigue hablando y ya no entiendo que es lo que dice. Un escalofrío me recorre el cuerpo, y veo, muy vagamente que Cato golpea el piso al escuchar un cañonazo. Mi cañonazo.

FIN.

viernes, 15 de junio de 2012

CAPÍTULO 13

Para la noche, decidimos movernos de la Cornucopia. De todas formas, ya no hay nada ahí.
Caminamos hasta casi la madrugada, buscando un buen lugar donde dormir. Habríamos tomado el primero, pero ni Cato ni yo sabemos trepar árboles. Nos quedamos dentro del bosque, pero a unos pocos metros de la Cornucopia, abajo de un tronco torcido. No tenemos comida, ni agua, y en todo el día solo hemos comido una manzana. Le damos tragos pequeños a la botella de agua, pero no tarda en acabarse. Ahora si no sé que vamos a hacer.
—Así que podemos ganar los dos... —dice Cato.
—Eso parece. —respondo.
Cato suelta una risa pequeña, y después río yo. Reímos por al menos cinco minutos sin parar.
—Ay, Clove. —ríe— Ya no tendré que matarte.
La verdad es que, aunque podamos ganar los dos, Cato sabe que a su padre le gustaría que Cato fuese el único vencedor, así que él aún tiene una estrategia. Y yo no tardo mucho en planear una.
También me pregunto si Peeta murió, o está dando sus últimos respiros... tal vez Katniss está con él; ellos y nosotros somos las únicas parejas que quedan vivas en La Arena.
Nos quedamos juntos, recostados. Mojo mis labios y me acerco a Cato; no sé si una cámara nos esté viendo, y la verdad lo dudo, porque aquí los Amantes Trágicos son Peeta y Katniss; y lo beso. No sé que pase en el interior de él, y tampoco sé que pasa en mi interior. Después, recargo mi cabeza en su pecho y así nos quedamos el resto de la noche. Solo quedamos vivos nosotros, el chico gigante del 11, la pelirroja del 5, Peeta y Katniss. Tendríamos mucha oportunidad para ganar, sino fuera por ésta última.
A la mañana siguiente, despertamos y estamos tan hambrientos, que comemos frutos del primer árbol que vemos, sin importarnos si son venenosos; al parecer no lo eran. Después, Cato mata a un conejo, pero por miedo a encender una fogata, nos lo comemos crudo. Ahora tenemos ronchas por todo el cuerpo, y yo tengo náuseas (les dio teluremia).
Caminamos un poco sin saber qué hacer, esto se está haciendo un poco aburrido.
—¿Cato? —digo.
—¿Si?
—¿Por qué no buscamos a Katniss y a Peeta? Tal vez estén juntos, y así, terminaríamos con los dos de una vez.
—No es tan mala idea.
Regresamos a donde fue el ataque de las rastrevíspulas, donde Cato le dio el corte a Peeta, cerca del lago. Ahí encontramos varios charcos de sangre seca, pero ni Peeta ni su cadáver están ahí. Lo buscamos un rato entre los árboles, pero parece que desapareció. Tenemos tanta sed, que nos metemos al lago y bebemos de él; mientras doy un trago de agua, veo un poco de movimiento en una cueva no tan lejos de aquí. Le muestro a Cato.
—¿Qué crees que sea? —pregunto.
—No lo sé... tal vez son Peeta y Katniss. ¡Vamos a matarlos! —responde y se apresura a salir del lago.
—¡No! ¡Cato! —grito y corro a detenerlo— También pueden ser animales. Mejor no vamos.
—Los animales son comida, ¿no? —dice con una sonrisa.— Podríamos matarlos.
En eso tiene razón.
Tomamos nuestras armas, y caminamos hacia la cueva, pero de pronto, vemos el humo de una fogata un poco más adentro del bosque. No decimos nada, pero decidimos dejar la cueva y correr a la fogata.
Cuando llegamos, no hay ningún Tributo, y esto fue una trampa. Seguimos caminando.
Cato intenta meterse en mi cabeza, y yo intento olvidar las palabras que dijo aquella noche en el Centro de Entrenamiento, el beso, y el beso de anoche. Al menos ya no estoy colgando del fino hilo de "solo uno puede sobrevivir".
El amor dentro de Los Juegos del Hambre no es seguro, es mortífero.
Mientras caminamos, decido que el riesgo lo vale, y que bajaré la guardia. Cato tiene ahora entrada libre. Por otro lado, ya me cansé de fingir que no siento nada por él.
Para la tarde, regresamos a nuestro escondite cerca de la Cornucopia.
Parece que hemos estado aquí desde siempre, claro que nadie nunca dijo que sería fácil. Nunca había tenido tantos pensamientos en tan poco tiempo. ¿Mi familia y mis amigos me aman? Creo que si lo hicieran no me habrían obligado a venir a Los Juegos del Hambre. Bueno, no me obligaron. ¿Los volveré a ver? Si. No. ¿Si? Espero que si.
Pasamos la noche aquí, yo duermo, Cato vigila.
Me despierto en un sobresalto por la madrugada cuando escucho una rama rompiéndose a pocos metros de mi. Tomo un cuchillo, pero no me levanto. De pronto, Cato aparece de la nada y se lanza sobre mi, sosteniendo mis hombros contra el suelo, con la mirada perdida.
Tomo rápido varios cuchillos del cinturón y lanzo uno en su dirección, que le hace un corte arriba del ojo. Cato no se detiene para revisar, saca su espada, y la acerca a mi cuello.
—Solo puede ganar uno, Clove. No me importa la nueva regla. —puedo sentir su aliento caliente en mi cara— Y voy a ser yo.
Levanta la espada para darme el corte, y aprovecho ese momento para empujar a Cato con mis piernas. No tuvo mucho impacto, porque él pesa mucho y yo estoy algo débil; pero si pude quitármelo de encima.
Me pongo de pie y es cuando me doy cuenta de que me sangra la boca; Cato me debió haber dado un golpe para que yo no despertara, o para que me ahogara con mi propia sangre.
Estamos de pie, frente a frente, sabiendo que uno de los dos morirá ahora.
—¡Mátame, Cato! ¡Mátame ahora y no cuando esté durmiendo! —le suelto.
Él no responde nada y se aferra a la espada que tiene en la mano.
—¡No seas cobarde! —le grito.
—¡No soy cobarde! —responde con una pausa entre palabras.
Una vez su padre le gritó cobarde, cuando Cato tenía seis o siete años, y fue porque él no quiso pegarle a una niña. Sé que Cato está pensando lo mismo que yo, cuando veo que su cara se frunce y comienza a correr hacia mi.
Decido enfrentarme a él. Pongo tres cuchillos en cada mano. Cato y yo rodamos por el piso, luchando, una vez más. De pronto, él logra dominarme, y por alguna razón, ahora si estoy inmóvil. Moriré.
Sigo luchando por un rato para que me deje ir, o para poder cambiar posiciones y ser yo la que lleve la ventaja, pero Cato me da una bofetada tan fuerte que se me nubla la vista por un rato.
Cuando recupero la claridad, veo a Cato con la espada en alto y la punta muy cerca de mi cuello. Cierro los ojos esperando la muerte, pero no llega. Escucho un golpe contra el piso y abro los ojos. Cato ha dejado caer su espada a un lado mío.
—No puedo hacerlo, Clove. No puedo.
Me acerco lentamente a él, con varios cuchillos listos en las manos.
—Y sé que mi padre estará decepcionado, pero, Clove, no puedo matarte. Te quiero demasiado.
¿Qué, que?
Ahora si no entendí nada.

(Aw, Cato si la quiere :3 voten en la encuesta! :) los quiero.)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)

martes, 5 de junio de 2012

CAPÍTULO 12

Los demás despiertan temprano, y después de desayunar, sacamos tiendas de campaña y algunas sillas a un lado de la Cornucopia, ya que necesitamos aire fresco y adentro hace calor. 
El dolor de las picaduras ya casi no se siente, así que estamos un poco más activos. Por otro lado, ya solo quedamos nueve, o más bien ocho tributos, ya que Peeta... bueno, él morirá en cualquier minuto. 
Cuando voy sacando una silla de la Cornucopia hacia el campamento, escucho un cañonazo. Tendremos que felicitar a Cato una vez más cuando el rostro de Peeta aparezca en Los Caídos de ésta noche. 
Tenemos nuestro campamento montado, y nuestra pila de suministros está frente a la Cornucopia, a unos veinticinco metros de nosotros. En todo el día no nos movemos, solo que Marvel y el chico del 3 se alejan por unos diez minutos, pero vuelven. 
—¿Clove? —me dice Cato cuando nos quedamos solos. 
—¿Si? —respondo. 
—Ah... 
—¿Qué? —repito un poco molesta. 
—¿Qué... qué haremos cuando queden menos? ¿Y si el Juego se reduce a nosotros dos? 
No sé por qué me da la impresión de que eso no era lo que quería decirme en primer lugar. 
—No lo sé. Espero que no sea así. 
—No, tienes razón. Yo me encargaré de que no sea así. —dice desviando la mirada. 
En ese momento llegan Marvel y el chico del 3. Me toma un momento, pero... ¿Cato dijo que va a matarme? ¿Y que será pronto? Porque ya quedamos menos y... tengo que juntar mis pensamientos y matarlo rápido. 
—¡Miren! ¡Allá! —grita Cato señalando a lo profundo del bosque. 
Todos nos armamos rápido, pero se me hace sospechoso, justo como el humo que nos llevó al incendio, pero aún así voy con ellos. Pero antes de irnos, se inicia una pelea sobre si el chico del Distrito 3 va con nosotros o se queda a cuidar. 
—Se viene. Lo necesitamos en el bosque y aquí ya ha terminado su trabajo. Nadie puede tocar los suministros. —dice Cato. 
—¿Y el chico amoroso? —pregunta Marvel. 
—Ya te dije que te olvides de él. Sé donde le di el corte. Es un milagro que todavía no se haya desangrado. De todos modos, ya no está en condiciones de robarnos. —reitera Cato. 
—Vamos. —dice Cato dándole la lanza que Peeta tenía al chico del 3— Cuando la encontremos, la mato a mi manera, y que nadie se meta. 
Y nos alejamos corriendo. Llegamos en más o menos una hora, porque no tenemos las mismas fuerzas y el lugar está un poco lejos. Lo primero que vemos entre los arbustos, es a una niña intentando prender una fogata. Creo que es una trampa, porque ya había encendido otras dos. La última vez que la vi fue en los entrenamientos, y desde ahí perdí pista de ella. Cato nos susurra que no quiere matarla, que le da flojera, porque la niña seguro no va a luchar contra él. De pronto se escucha una gran explosión, pero no nos volvemos. 
Marvel se ve muy desesperado cuando dice que él quiere matarla. Nadie se opone. La verdad, a mí, me daría pena quitarle la vida a una niña tan pequeña, pero da igual, estamos en Los Juegos del Hambre, aquí es matar a morir. No puedo detenerme a pensar en esas cursilerías de si quiero o no matar a alguien. 
Marvel toma la lanza del chico de 3, y al principio él se opone, pero Marvel le da un fuerte golpe en el pecho y el chico cae al suelo. Cato ríe.
Todos nos quedamos quietos cuando escuchamos que la niña empieza a gritar justo al caer en una de las trampas. "¡Katniss! ¡Katniss!". Así que la Chica de Fuego se alió con el tributo más pequeño, que mala elección. 
Katniss aparece en poco segundos, e intenta cortar la red en la que "Rue", así la llamó Katniss al llegar, cayó. En ese momento Marvel avienta la lanza, Katniss la esquiva, y atraviesa el abdomen de la pequeña.
La muerte de Marvel fue rápida, una flecha del arco de Katniss se clavó en su cuello, él cayó de rodillas y se sacó la flecha del cuello antes de ahogarse con su propia sangre.
Ni Cato ni el chico del 3 ni yo hacemos ningún ruido, solo observamos. Katniss recarga otra flecha y mueve el arco de un lado a otro mientras le grita a Rue:
—¿Hay más? ¿Hay más?
Cato me da una palmada en la espalda, y es cuando me doy cuenta de que tengo la boca tapada con ambas manos. Volteo y él me hace una seña con la cabeza indicando que regresamos a la Cornucopia. Guardo los cuchillos que tengo en las manos, no quiero matar a Katniss, no ahora, no puedo. Supe que Katniss fue voluntaria por su hermana menor, y supongo que Rue se la recordaba. Marvel me recordaba a mi hermana mayor. Conozco el sentimiento.
Mientras caminamos por el bosque hacia la Cornucopia, se escuchan los dos cañonazos.
—Adiós, Marvel. —susurro muy despacio.
Cato se vuelve hacia mi.
—¿Qué dijiste?
—Me despedí de Marvel.
—Es un tributo menos. Da igual. —me sonríe y sigue caminando.
(Quiero darles a entender que aunque Clove era una loca, si tenía algunos sentimientos.)
(Bien, desde aquí habrá unos pequeños cambios, porque si no, no sabría como narrarlo.)
Llegamos a la Cornucopia para encontrar todo destruido.
A nuestro campamento no le pasó mucho, estaba más alejado, pero todas nuestras provisiones volaron en pedazos. Alguien activó las minas. Fue Katniss, fue ella. ¿Dónde estaba antes de la muerte de Rue? ¿De dónde venía?
Las minas fueron destruidas, así que ahora podemos caminar por toda la explanada de pasto frente a la Cornucopia sin cuidado. 
Cato comienza a patear todo, a hacer una rabieta, yo tampoco estoy nada feliz. Cato voltea a ver al chico del 3 con odio.
—¿Por qué no lo cuidaste? —le grita Cato.
—¡Fui con ustedes! —le responde asustado.
—¡No, te dijimos que te quedaras!
En realidad, Cato si le dijo que fuera con nosotros, pero prefiero no decir nada.
—Cato, podemos arreglarlo... Cato. —le suplica el chico.
Cato pierde la paciencia, pone ambas manos alrededor del cuello del chico, y solo logro escuchar un "crac", y después el cañonazo.
Unas horas después, revisamos los restos de las provisiones destruidas, para ver si tenemos algo útil. Sacamos un poco de pan, tres manzanas y una botella de agua. De toda la pila de suministros, solo quedó eso. 
Mientras comemos una manzana, vemos a Los Caídos de ésta noche en el cielo. Rue, Marvel, el chico del 3, y el chico del 10. ¿Y Peeta? Ya me había olvidado de él. ¿Como es que no se desangró?
Vemos a los lejos otra fogata, pero ya no vamos. Puede que sea una trampa. Si es Katniss, tiene arco y flechas, así que ya no sería tan fácil.
—¿Cato? —susurro.
—¿Si? —responde.
—¿Por qué no mataste a Katniss? Estaba indefensa, y dijiste que tú la matarías.
—Lo sé, pero... —aleja los pensamientos de pena que yo también tuve— No lo hice porque ella ya tenía armas.
—¿Y te daba miedo?
—¡Claro que no! ¡Pude haber terminado con ella en segundos!
—¿Y entonces por qué no lo hiciste? —vuelvo a preguntar.
—Porque... ¡Porque no, Clove! ¡Porque no! ¡Porque escuché la explosión y mira como quedó todo! —se levanta señalando el desastre, como intentando cambiar el tema.
—Cato... —le digo obligándolo a sentarse de nuevo— ¿Te daba pena hacerlo? ¿Tuviste compasión?
—Si... —responde y deja pasar unos segundos.— No. ¡No! ¡Claro que no! ¡Clove!
—¿Qué? —respondo gritando, igual que él.
—¡Me haces decir tonterías!
"No son tonterías" intento decirle, pero antes de hacerlo, saca su espada y empieza a amenazarme con ella. Yo saco un cuchillo en automático para defenderme. Estamos a punto de luchar cuando una voz nos para en seco.
—Atención, tributos, atención. —dice Claudius Templesmith— Una regla en los Juegos ha... cambiado. De ahora en adelante pueden ganar dos Tributos, si son del mismo Distrito.
Pasa un momento y nadie dice nada, después, Claudius repite la nueva regla.
Volteo a ver a Cato, ambos sonreímos, y guardamos nuestras armas.

(Ya casi acaba el fanfic :( asdfghjkl. LIAM SE NOS CASA CON MILEY! No saben que feliz estoy por ellos :3 Los quiero mucho. Y poorfi comenten aquí)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)

viernes, 1 de junio de 2012

CAPÍTULO 11

Primero que nada. Capítulo once dedicado a @directionstrong por adivinar el error del capítulo nueve. El error fue que Clove dijo que ni ella ni Glimmer habían matado a ningún tributo, pero en realidad si mataron en el baño de sangre de la Cornucopia. :)

Despierto un poco adolorida y con la boca seca. Los demás siguen durmiendo, y Glimmer no se separó de Cato en toda la noche. Pongo los ojos en blanco e intento despertar a Marvel, cuando de pronto escucho un zumbido. Estoy demasiado aturdida para siquiera ver un nido color gris caer desde un árbol. 
De pronto, el nido gris da contra el suelo y se abre como un huevo. No puedo ver ni escuchar bien, y entrecierro los ojos para poder ver qué son las cositas doradas que salen del nido.
Lo que me despierta es un grito de Glimmer.
¡Auch! Siento unos horribles piquetes en la cara y en los brazos cuando me doy cuenta de que son rastrevíspulas... ¡Son rastrevíspulas! Me pongo de pie lo más rápido que puedo agitando los brazos y muevo los pies hacia donde sea. ¡Auch! Veo a Glimmer a pocos centímetros de mi, e intento tomarla de la mano, y ella la acepta, pero entonces recuerdo qué durmió con Cato. La suelto e intento correr.
Mis pies no responden pero agradezco que sigan moviéndose. No sé si estoy alucinando, pero puedo ver a Peeta y a Marvel "corriendo" igual que yo. Escucho gritos de "¡Al lago! ¡Al lago!", y tengo la vaga sensación de que soy yo. Tal vez no llegaremos antes al lago que los furiosos insectos, pero una vez dentro del agua puede que dejen de picarnos. También parece que no estamos muy lejos, porque aún puedo escuchar los gritos de Glimmer, y son horribles.
Sigo corriendo... no, no corriendo. ¡Auch! Sigo moviendo los pies hacia donde ellos quieran ir, y bajo la mirada a mis manos. Tienen un color morado, que cambia a anaranjado. Hay una oruga caminando en un árbol que se hincha hasta un tamaño gigantesco y me intenta morder un pie, y de pronto explota lanzando un líquido verde por todos lados. Empiezan a salir serpientes rojas y negras de las ampollas de mis manos moradas. Me doy de frente con un árbol que tiene picos punzo cortantes saliendo de su tronco y suelto un grito agudo. Caigo de espaldas en un charco con burbujitas naranjas y espero la muerte. Entonces siento las mordeduras de las serpientes y me desmayo.

Cuando al fin vuelvo en mí, me quedo sentada en donde me desmayé. Comienzo a examinar mi cuerpo, y está hinchado por las picaduras, pero mis manos no son moradas ni una oruga intentó comer mi pie, eso nunca existió. Estoy toda mojada, y a pocos centímetros del lago. Intento levantarme, pero el dolor es horrible, y prefiero quedarme donde estoy. Llevo lentamente las manos hacia el cinturón, y compruebo que me faltan un par de cuchillos. ¿Dónde están los demás profesionales? ¿Y Peeta? Glimmer es obvio que murió, pero, ¿dónde están los demás? Me toco la cara, y no tengo líquido verde, pero si tengo sangre seca.
De pronto escucho unos pasos cerca de mi, e intento tomar un cuchillo, pero el solo hecho de agarrar el mango me duele. Si van a matarme, tendrán que hacerlo ya.
Quién se acercaba era Marvel, tiene la cara un poco deformada, al igual que los brazos y piernas.
—Ah, despertaste. —me dice.
—¿Cuánto tiempo dormí? —le pregunto.
—No mucho. Tampoco yo.
—¿Y los demás? Peeta... Cato...
—Intentan recolectar un poco de frutos mientras yo te cuidaba. Regresaron para matar a Katniss, pero estaban demasiado débiles como para seguirla.
—Oh... ¿Por qué estoy tan mojada? —pregunto.
—Cuando te desmayaste, caíste al lago. Cuando despertamos, Cato y yo te sacamos. No sé como no te ahogaste. —me dice.
Pocos minutos después, llegan Cato y Peeta con las manos llenas de moras. Antes de comerlas, las examinamos. Tienen un líquido rojizo por dentro. (Son Jaulas de Noche...) Decidimos mejor no comer nada.
—No sé como se escapó... —dice Cato.
—¿Katniss? Es rápida... —responde Peeta.
—¡Te dije que la detuvieras! —le grita Cato, quién se ve un poco mas espeluznante; tiene un feo piquete debajo del ojo, y otro debajo de la boca.
Peeta no responde nada. Cato lo toma del cuello y lo golpea de espaldas contra el árbol que tenía picos punzo cortantes en mis sueños. Peeta cae de espaldas, y Cato toma su espada.
—Pudiste haberla matado, y como no lo hiciste, te mataré a ti.
Peeta está muy asustado, y se nota. Hace una mueca de dolor, porque su espalda es la que mas recibió picaduras de avispa, y ahora está sobre ella. Él sabe que está indefenso y que ha llegado su hora.
—¿Como te mataré? —dice Cato.
—Solo hazlo rápido. —le suplica.
—Oh, no. Lo disfrutaré minuto a minuto.
Cato se arrodilla junto a él, curioso que Peeta ni siquiera hace el menor intento por salvarse. Primero le clava la espada lentamente en una pierna, y comienza a hacer un corte mas profundo.
El corte es tan profundo, que por un momento se puede ver la punta de la espada saliendo del otro lado de la pierna de Peeta.
Después, Cato se pone de pie y da la orden de que nos alejemos. Marvel y yo lo seguimos mientras nos alejamos de Peeta y escuchamos sus gritos de dolor. Morirá desangrado o algún otro tributo lo encontrará, seguro su cara saldrá en Los Caídos de la noche de hoy.
Regresamos a la Cornucopia y ahí revisamos todos los frascos de medicina que tenemos, y nos untamos una pomada en los piquetes de las rastrevíspulas.
Comienza a sonar el Himno de Panem, pero hoy no ha muerto nadie. Supongo que Glimmer murió ayer, cuando aún estábamos desmayados.
Revisamos provisiones; aún tenemos mucha comida, mucha agua, medicinas, gafas para la oscuridad... se supone que todo esto debía ser para todos los tributos, pero lo tenemos nosotros.
El chico del Distrito 3 reacomodó las minas explosivas mientras no estábamos, de modo que nos protejan. No pueden verse, nosotros sí sabemos donde están, el chico hizo un mapa, pero los demás tributos no lo saben. Si alguien se acerca, saldrá volando por los aires.
Dormimos dentro de la Cornucopia, y deciden que ahora seré yo la que se quede toda la noche cuidando, me dará tiempo para pensar.
Pensar en como dejé morir a Glimmer, en Cato, en Cato y Glimmer durmiendo juntos, en Marvel, que ahora se ha hecho como mi mejor amigo, en la pierna desfigurada y ensangrentada de Peeta, en Katniss, en dónde estará Katniss, en como mataré a Katniss...

(Ya se ponen las cosas mas intensas :O btw, terminó la encuesta del fanfic Everlark, con 3 votos de Tal vez, 23 de Si, y ninguno de No, así que... habrá fanfic Everlark después de éste! :D weeeeeee! Los quiero). (y porfi comenten aquí)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)

lunes, 28 de mayo de 2012

CAPÍTULO 10

Pasamos la noche en la Cornucopia. Cato, Marvel y Glimmer duermen hasta bien entrada la mañana. Cuando yo despierto, Peeta está afuera, no muy alejado, recostado en el pasto viendo el cielo artificial creado por los Vigilantes. Está todo perfecto para que pueda matarlo, y Cato no sabría que fui yo. Tomo un cuchillo y me preparo para lanzarlo. Cuando lo hago, fallo y el cuchillo entra en el pasto, a unos cuantos centímetros de Peeta. Él se pone de pie rápidamente y veo que tiene una espada en la mano.
—¿Intentabas matarme? —me grita para que pueda oírlo, porque está a unos veinte metros de mí.
—¿Quién te dio esa espada? —le digo.— Son nuestras armas.
—Me la dio Cato.
Él se agacha y toma el cuchillo por el mango, le limpia la hoja y se acerca a mi.
—Creo que esto es tuyo.
Me da el cuchillo y se mete a la Cornucopia. Resisto el impulso de apuñalarlo por la espalda.
En toda la mañana no hemos escuchado ningún cañón, así que no ha muerto nadie. La audiencia debe estar aburriéndose, así que los Vigilantes no tardarán mucho en darnos una sorpresa para animar un poco las cosas.
Pero no, en todo el día no salimos de la Cornucopia, ahí tenemos comida, agua y todo lo que necesitamos para sobrevivir. Por la noche no hay ningún rostro en el cielo, así que hoy no ha muerto nadie. El día estuvo muy flojo, así que de seguro mañana habrá acción. O tal vez hoy por la noche o madrugada. Duermo con un cuchillo en la mano y los demás metidos en el cinturón.
Somos Cato, Peeta, Marvel, Glimmer, el chico del Distrito 3, qué acaba de unirse a nosotros, y yo. Todos dormimos y el chico del 3 se queda vigilando. Despierto por ahí de las cuatro de la mañana, con un calor horrible. Los demás no tardan mucho en despertar. Creo que en toda mi vida nunca había sentido un calor tan severo. De pronto, el chico del 3, que está sentado en la boca de la Cornucopia, grita:
—¡Miren! ¡Allá! —dice señalando a lo profundo del bosque.
Un tributo ha encendido una fogata. Volteo hacia Cato y él ya tiene sus armas listas. Marvel y Glimmer también. Peeta tarda un poco más, pero también está listo. Yo ya estaba lista.
El chico del 3 se queda cuidando, y los demás nos adentramos corriendo al bosque. Mientras más entramos, el calor es más denso y a todos nos cuesta trabajo respirar y tenemos que dejar de correr. Poco a poco nos vamos dando cuenta. No es una fogata, es un incendio.
¡Es un incendio! ¡No podemos entrar más! Terminaremos quemados, tal vez muertos, y el chico del 3 se quedará con toda la comida.
No decimos nada, pero todos intentamos correr, regresar a la Cornucopia, pero el humo ya amenaza con ahogarnos. El incendio no fue algún tributo a quién su fogata se le salió de control, es un calor, un humo y unas llamas artificiales. Los Vigilantes lo mandaron, y eso es peor. Si el incendio está hecho para juntarnos, entonces deberíamos entrar más al bosque, pero se nos hace imposible. Me empieza a arder la garganta y a los pocos minutos, me sangra la nariz. Mientras corremos como podemos, noto que a Marvel también le sangra la nariz. Logramos llegar a un punto donde el incendio no ha llegado, pero todavía estamos muy alejados de la Cornucopia. Nos permitimos respirar un minuto, limpiarnos la sangre. No veo a Glimmer por ningún lado, bajo un poco la mirada y la veo en cuatro patas, vomitando todo lo que ha comido. Cato se acerca a ella y la obliga a tomar un trago de la botella de agua que él trajo.
Cada que respiro, siento una puñalada de dolor en el pecho, Marvel tampoco se ve muy cómodo, y Peeta escupe sangre. Tenemos que seguir moviéndonos, pero estamos mareados y jadeantes.
El fuego se propaga (y si ellos arden, Katniss arderá con ellos! okno ._.), y ha llegado el momento de seguir. Caminamos un poco, pero una bola de fuego consume un árbol a pocos metros de nosotros. Salimos corriendo como si la vida se nos fuera en eso, y de hecho, así es.
Mientras corremos, Glimmer cae al suelo desmayada. Cato regresa por ella y se la hecha a la espalda. Logramos llegar a la Cornucopia, y, curiosamente, en la explanada de pasto, la noche está fresca. ¿Así de controlado tienen el clima del estadio?
Hacemos un último esfuerzo, y nos dejamos caer en la boca de la Cornucopia. Nos quedamos ahí, normalizando nuestras respiraciones, limpiando la sangre de las cortadas, bebiendo agua. No pasa mucho tiempo, y vemos que el fuego del bosque desaparece. Creo que no murió nadie, y si no fue así, no escuché el cañón.
Ya no hay fuego y ya casi no hace calor. Decidimos regresar al bosque, porque debe haber más de un tributo debilitado por el incendio, y serán presa fácil.
Para cuando llegamos a un pequeño estanque, ya empieza a caer la noche. Los Vigilantes están desesperados.
Corremos un poco mas lento y nuestras voces son roncas, vaya que nos afectó el humo. Buscamos tributos y escuchamos que alguien nos llama desde arriba de un árbol.
—¿Cómo va eso? —nos grita.
Subo la mirada y vemos a la chica en llamas. De seguro todo Panem rió con el incendio y la chica en llamas. Estoy segura de que ella también estuvo en el incendio, tiene las manos llenas de ampollas y el cabello achicharrado.
—Bastante bien. —responde Cato— ¿Y a ti?
Parece que él también vio lo de las manos y el cabello.
—Un clima demasiado cálido para mi gusto —responde con una risita—, Aquí arriba se respira mejor. ¿Por qué no suben?
—Creo que lo haré. —responde Cato.
—Toma esto, Cato. —le dice Glimmer, ofreciéndole el arco plateado y el carcaj con flechas.
Todos reímos, porque sabemos que esas son las armas de Katniss, y ahora morirá con ellas. Qué ironía.
—No. —dice Cato apartando el arco— Me irá mejor con la espada.
Cato sube al tronco y la chica sigue trepando. De pronto, se escucha una rama que se rompe, y Cato se da un buen golpe en el suelo.
Glimmer intenta trepar el árbol, pero las ramas empiezan a crujir, y por primera vez hace algo inteligente y se detiene. Katniss está a mas o menos veinticuatro metros del suelo. Glimmer le dispara flechas, y es obvio que no sabe usar el arco. Una de las flechas se clava en el árbol, y Katniss logra agarrarla. La agita en el aire para burlarse de ella, y a mi también me da un poco de risa.
Nos reagrupamos intentando armar un plan, pero Peeta nos interrumpe.
—Venga, vamos a dejarla ahí arriba. Tampoco puede ir a ninguna parte; nos encargaremos de ella mañana.
Katniss baja unos dos metros y ahí se prepara para dormir, nosotros nos recostamos justo abajo de su árbol, así no podrá escapar.
Por la noche no hay nada interesante, sólo que Glimmer duerme en los brazos de Cato. ¿Qué está haciendo? Cato es mío, lo es. ¿Lo es? Él y yo no hemos hablado a solas desde que entramos a La Arena, pero, ¿y ese beso? El beso que me dio en el balcón, ¿no vale nada? Parece que no.
Me quedo junto a Marvel, y mato al tiempo lanzando dos cuchillos a una iguana que pasa por ahí. Le doy en la cabeza y en la cola, y el animal muere en cuestión de segundos.
Cato y Glimmer. Subo la mirada al árbol donde está Katniss, y después veo a Glimmer otra vez. ¿A cuál mataré primero?
Por otro lado, Peeta. Sigue despierto. ¿Qué estará pasando por su cabeza? Encontramos a su amada y ahora vamos a matarla... bueno, a él también vamos a matarlo, pero después.


(Espero que les guste :) me esforcé mucho haha. Ahm... por qué ya no comentan aquí? Las últimas tres entradas solo tuvieron un comentario y eso no está bonito :( Ah, otra cosa. En el capítulo anterior, el capítulo 9, hubo un mega error. Nadie lo notó? Quién lo note, dígame por Twitter para dedicarle el capítulo 11 :D haha los quiero)
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viernes, 25 de mayo de 2012

CAPÍTULO 9

Capítulo nueve dedicado a @avoxtalks :3

No, no, no. Qué hago. Tengo miedo pero no puedo dejar que se note, hay muchas cámaras. Tengo cuchillos así que puedo defenderme. Caminaré sola hasta encontrar algo o alguien.
Hace mucho calor y he caminado por horas, comienzo a creer que voy en círculos. Gracias a Katniss no pude tomar agua ni comida de la Cornucopia; aunque sea los profesionales me dejaron cuchillos. Supongo que mataron a los que se acercaron para poder dejar ahí mis armas, y los que lograron salir no regresaron a la Cornucopia, así que nadie tomó mis cuchillos.
Comienza a caer la tarde, o al menos eso parece. No sé trepar árboles, así que me siento a los pies de un pino. Al poco tiempo escucho unos pasos y saco un cuchillo largo del cinturón, espero un poco más, y aparece un conejo (es el mismo que vio Katniss, o sea, andan cerca). No lo mato, en realidad no me gusta la carne de conejo (entienden que un profesional es un poco mas exigente con la comida y así, no?), lástima que el conejo no sabe donde hay agua (tampoco piensan que un conejo también debe tomar agua).
De pronto, escucho el primer cañón... dos, tres, cuatro... once. Quedamos trece. ¿Alguno de los muertos será Cato? No lo creo. Me pregunto si la chica del 12 está muerta, creo que de todos los Tributos que hay, ella es nuestra gran amenaza. O al menos la mía, porque vi a Cato usando su técnica de parecer guapo en el entrenamiento con ella. 
Tengo hambre y tengo sed. No puedo pasar la noche aquí sentada donde estoy, muy cerca de la Cornucopia, sola, y a los pies de un árbol. Me matarían muy fácilmente. Pero tampoco puedo pasar toda la noche caminando, a la mañana siguiente estaría muy cansada y también podrían matarme fácilmente. Guardo todos mis cuchillos en el cinturón y solo dejo uno en cada mano, y sigo caminando. Me adentro cada vez más al bosque, pero cada vez es más oscuro, así que doy la vuelta y decido que pasaré la noche en la Cornucopia, ahí aunque sea puedo ver si alguien se me acerca, está mas despejado.
Llevo la mirada baja cuando de pronto veo, en el piso, una luz que se dirige a mi, pero no es la luz de la luna, es una luz artificial, como de una linterna. Levanto rápido la mirada y veo a una chica apuntándome con flecha y arco. No sé quién es, no puedo verla bien, sea quién sea, no dudo en sacar rápido un cuchillo y lanzarlo en su dirección, pero fallo porque no veo bien. La chica no puede colocar bien la flecha, así que corro hacia ella y la tiro al piso. Rodamos por el pasto luchando, hasta que logro sujetar sus hombros y rodillas contra el suelo, aún no puedo ver muy bien su cara, tengo la vista nublada, y cuando estoy apunto de atravesarle la garganta, escucho una voz.
—¡Clove! ¡Detente!
No levanto la cara, y sigo viendo a la chica a los ojos. De pronto veo unos ojos color verde esmeralda.
—¡Clove! ¡Es Glimmer!
¿Glimmer? No, espera, ¡es la voz de Cato! Y a quién estuve a punto de asesinar si es Glimmer. Guardo el cuchillo de nuevo y me levanto. Llevo la mirada a Cato, que está a unos metros de nosotras, y tiene la espada lista. ¿Enserio me habría atravesado si no dejaba a Glimmer en paz? Me extraña al principio, pero después recuerdo que él me dijo que ganaría sin importarle nada.
Volteo a ver a Glimmer, que sigue en el piso y le doy una patada en las piernas.
—Estuvo cerca, ¿no? —le digo y ella no responde.
Ahora todo Panem sabe que soy alguien de cuidado.
Profesionales no matamos a profesionales, porque son aliados, hasta que ya están muy avanzados los Juegos, es entonces cuando es mejor separarnos o matarnos mientras dormimos.
En el tiempo que estuve sola dentro del bosque, mis aliados no perdieron tiempo. Tienen todas las provisiones en una pila gigante frente a la Cornucopia, y tienen sacos de dormir dentro de la Cornucopia, que es donde estaremos la mayor parte de los Juegos.
Una vez dentro, tomo una botella de agua y como un par de galletas saladas y una manzana.
—¿Cuantas muertes? —pregunta Marvel.
—Once. —respondo.
—¡Yo maté a cinco! —dice Cato triunfal.
—¡Yo maté a tres! —dice Marvel y choca las palmas con Cato.
—Ni Glimmer ni yo hemos matado a nadie. —digo dándole una mordida a mi manzana.
—¿Cómo lo sabes? —pregunta Marvel.
—Yo no he matado a nadie, y Glimmer es obvio que tampoco. —les digo y todos nos echamos a reír.
—¿Entonces como murieron los demás? —pregunta Cato.
—No lo sé, otros tributos, deshidratación, frutos venenosos... —respondo.
—¿Cómo sabes tanto, Clove? —pregunta Glimmer.
—Bueno, no lo sé, eso me imagino. Estuve en el bosque y vi muchas cosas.
De repente escuchamos el Himno Nacional de Panem y todos salimos de la Cornucopia y volteamos al cielo. "Los Caídos". La chica del 3, el chico del 4, el chico del 5, los dos del 6 y 7, el chico del 8, los dos del 9 y la chica del 10.
Volteo a ver a Cato.
—¿Mataron al chico del 4? Debía ser nuestro aliado. —le digo.
—Si, pero tenía como trece años y en el entrenamiento le fue pésimo.
—¿Y la chica?
—Le atravesé el brazo con la espada, pero logró huir. —dice Cato.  (una pequeña diferencia del libro)
Entramos de nuevo a la Cornucopia y seguimos hablando sobre el baño de sangre, hasta que vemos a los lejos, humo de una fogata. Todos sonreímos al mismo tiempo, y tomamos nuestras armas.
Nos metemos juntos al bosque y vamos atentos, pero seguimos hablando. De pronto, Cato se da de frente con el chico del 12, Peeta, y ambos caen al suelo. ¿No debería estar con su enamorada? Saco un cuchillo y Marvel prepara su lanza, pero Cato se pone de pie sin tomar su espada. Ni Glimmer, ni Marvel ni yo nos metemos entre ellos, todos entendemos que si alguien va a matarlo será Cato.
—Háganlo rápido, por favor. —dice Peeta esperando su muerte.
—¿Donde está la chica en llamas? —pregunta Cato.
—No sé, no la he visto desde el baño de sangre. —responde el chico amoroso.
—¡No mientas! —grita Cato.
—No miente, Cato. Se fueron por caminos distintos. —digo.
—¿Cómo lo sabes? —Cato voltea a verme.
—Perseguí a la chica hasta que desapareció, y no estaban juntos.
—Bien —dice dirigiéndose a Peeta—, puedes quedarte con nosotros.
¿Qué? ¿Peeta con nosotros? No digo nada, pero no me imagino para qué lo necesitamos.
Seguimos caminando hasta que llegamos al punto donde está la fogata, y ahí hay un tributo calentando sus manos. Cato toma su espada y la atraviesa sin piedad. La chica grita un poco y después cae muerta. Cuando vemos el charco de sangre, todos reímos y felicitamos a Cato, que grita:
—¡Doce menos, quedan once!
Todos volvemos a reír y Glimmer busca algo útil en las provisiones de la chica, pero no hay nada bueno. 
Marvel, Peeta y yo nos adelantamos a la Cornucopia, pero logré escuchar a Glimmer y a Cato diciendo:
—¿Por qué no lo matamos ya y acabamos con esto? —pregunta Glimmer.
—Deja que se quede. ¿Qué mas da? Sabe utilizar el cuchillo. Además es nuestra mejor posibilidad para encontrarla. —dice Cato.
Y después de eso, no logró oír más.
Regresamos a la Cornucopia sin ver a ningún otro tributo por ahí. Cuando matamos a la chica se escuchaban otras respiraciones pesadas por ahí (la de Katniss), pero no pude ver nada. Como sea, la chica a la que estamos buscando, la chica por la que Peeta está con nosotros, la chica en llamas, no debe estar muy lejos.


(Vieron el trailer del DVD de Los Juegos del Hambre? Asdfghjkl omg. Espero les guste la llegada a La Arena :) los quieroooo.)
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martes, 22 de mayo de 2012

CAPÍTULO 8

Después de la confesión de Peeta y toda la emoción que eso ocasionó, y después de escuchar el Himno Nacional de Panem, terminan las entrevistas.
Durante el Himno, cuando todos estábamos de pie, no pude evitar ver a la pareja del 12. Ellos no se miraban, y el rubor en la mejillas de... Katniss, era obvio.
Llegamos a nuestra planta del Centro de Entrenamiento. Después de desmaquillarnos y todo eso, vamos a cenar; empezamos con una sopa de nata que me revuelve el estómago.
Al terminar de cenar, vemos la repetición de las entrevistas en el salón. Yo parezco mortífera y un poco presumida, creo que estuvo bien. Aunque mi maldita estatura puede que haga a los patrocinadores pensar dos veces sobre mí, Cato no tiene problemas, es grande, es fuerte y es guapo. Su enfoque brutal le salió bien.
Cuando termina el Himno y la pantalla se oscurece, el único que habla es Brutus, pero no logro entender nada de lo que dice. Sólo sé que mañana al alba nos levantarán y nos prepararán para el estadio. Los Juegos empiezan a las diez, pero Cato y yo y los demás tributos tenemos que empezar temprano. Nadie sabe que tan lejos estará el campo de batalla éste año.
Ni Zenobia ni Brutus ni Enobaria irán con nosotros. En cuánto salgamos de aquí, ellos irán a la sede central de Los Juegos donde reclutarán patrocinadores para nosotros. Los que irán con nosotros hasta el punto donde nos lanzan a La Arena son Gunnar y Nitya; hubiera preferido a Enobaria o a Zenobia a mi lado, aún guardo rencor hacia los estilistas que no pudieron hacer un mejor trabajo en el desfile de tributos, pero da igual. Así que ésta noche puede que sea la última vez que vemos a Zenobia y a nuestros mentores.
Zenobia nos toma de la mano sin muchas ganas, y nos desea buena suerte.
—¡Vamos a demostrar un poco de orgullo de Distrito! —dice ella y luego se va.
Brutus y Enobaria se quedan con nosotros y yo me siento obligada a decir:
—¿Algún último consejo?
—Maten a todos sin piedad. Sólo así se ganan Los Juegos. —contesta Brutus.
Es el mismo consejo del tren, así que supongo que si funciona.
Nos despedimos y después me voy a mi habitación. Me doy una ducha, me pongo un camisón, y me acuesto.
Pasan las horas y no puedo quedarme dormida. Pienso a quién mataré primero. Antes quería matar primero a la chica del 12, pero ahora como que me da ternura, pero sí quiero que Cato o yo ganemos ésto, debo "matar sin piedad". Mataré al primero que se me ponga enfrente. 
Estoy tan inquieta que comienzo a dar vueltas por la habitación, pero no dura mucho. Camino por el pasillo y llego a la puerta que da al tejado, le pido a un avox las llaves y salgo al balcón. No pasan ni diez minutos cuando alguien más está conmigo. Al principio creo que es Brutus, diciéndome que ya vaya a dormir, pero luego me doy cuenta de que es Cato.
—Deberías dormir. —me dice él.
—No puedo. Supongo que estoy...
—¿Ansiosa? Yo lo estoy. —dice con una sonrisa.
—No, estoy más bien nerviosa. —le respondo.
—¿Nerviosa? No deberías. Me tienes a mi para protegerte. —me dice apenado.
Volteo a verlo y sus ojos verdes se clavan en mi. Intento cambiar el tema.
—¿Viste la fiesta? Se supone que es por nosotros, ¿no? —le digo asomándome por encima del barandal. 
—Si la fiesta fuera por nosotros, estaríamos ahí abajo bailando. —me responde.
Suelto una risita y vuelvo a verlo. Me sonríe. Primero siento sus cálidos labios sobre los míos y después me inunda un sentimiento que no sé como se llama, pero tampoco me atrevo a cuestionar. Cato me besó. Me siento un poco mal por pensar ésto, pero una noche antes de salir a La Arena, se me hace imposible no hacerlo. "¿Qué trama?" No encuentro respuestas.
Me da un golpecito en la espalda, y antes de irse, me dice:
—Deberías dormir sino quieres ser la primera muerte. —me sonríe una vez más y se va.
Lo dijo bromeando aunque... en realidad no estoy pensando en eso.
Regreso a mi habitación pero no consigo dormir. Maldición.
No veo a Cato por la mañana. Gunnar viene por mi, me da una túnica sencilla y vamos al tejado donde estuve anoche. Un aerodeslizador surge de la nada. Pongo pies y manos en el primer escalón, y después no puedo moverme. Una especie de corriente me pega a la escalera y me sube al interior.
Cuando logro despegarme, llega una mujer con bata blanca y una jeringuilla en la mano.
—Es tu dispositivo de seguimiento, Clove. ¿Me dejas colocártelo? —me explica.
Le digo que si, y siento un dolor agudo cuando la aguja entra en mi antebrazo. Ahora los Vigilantes pueden localizarme donde sea.
Después de todo esto, Gunnar y yo nos dirigimos a una habitación donde nos sirvieron el desayuno. No tengo hambre, pero como hasta sentirme mal; para tener fuerzas en el estadio. Veo por la ventana y me doy cuenta de que sobrevolamos la ciudad, al fin siento un poco de la emoción que Cato dice sentir cada que hablamos de Los Juegos.
El viaje dura media hora, y después todo se oscurece indicando que llegamos al estadio. Bajamos a unos tubos subterráneos y nos dan indicaciones para llegar a mi destino, que se llama Sala de Lanzamiento.
Después de ducharme, Gunnar me viste con la misma ropa para cada tributo y me peina. Me explica que puedo llevar alguna insignia a La Arena, pero no me da ninguna, también me dice que Glimmer intentó meter un anillo con una punta venenosa. ¿Soy yo o Glimmer es una persona muy tonta?
Me despido de Gunnar y le doy las gracias sinceras. Ésta sea tal vez la última vez lo que veo, si es que quiero que Cato salga con vida, y quiero terminar bien con él, porque él puso todo su esfuerzo, aunque no fue suficiente esa noche.
Después de un abrazo que tanto necesitaba, me rodea un cilindro de cristal. Le digo adiós por última vez y el cilindro empieza a elevarse. Durante quince segundos, me encuentro a oscuras. Después noto que una placa metálica sale del cilindro y me lleva hasta la brillante luz del sol. No logro ver nada claro, pero puedo oler aroma a pino.
En ese momento oigo la voz del legendario presentador Claudius Templesmith por todas partes.
—Damas y caballeros, ¡que empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre!

Sesenta segundos. Es el tiempo que tenemos que estar de pie en nuestros círculos mecánicos antes de que el sonido de un gong nos libere. Sesenta segundos para observar a los demás tributos y a los suministros que hay en la boca de la Cornucopia.
Observo La Arena. Estamos en un terreno despejado y llano, logro ver un acantilado y un lago. Es un bosque.
En la Cornucopia veo dos sets de cuchillos de combate y un poco mas alejados, también hay sets de cuchillos de supervivencia. Tomaré el set al que llegue primero y comenzaré a matar.
Cato está a tres tributos a mi derecha, pasando por Katniss. Ella está viendo a Peeta cuando suena el gong.
Corro lo más rápido que puedo y soy de las primeras en llegar a la Cornucopia, Glimmer y Marvel ya tomaron armas y empiezan a matar a otros tributos, yo abro a toda velocidad el set de cuchillos de combate y pongo seis en cada mano. Lanzo el primer cuchillo y le doy a un tributo del Distrito 10, que cae muerto al instante. Corro un poco más y le doy en la espalda al chico del 9. Cuando él cae al piso, logro ver a Katniss. ¡Ah! ¡Perfecto! Lanzo un cuchillo en su dirección, pero la maldita se cubre con una mochila y el cuchillo se clava ahí.


Katniss se levanta y corre en la dirección contraria a mi, alejándose de la Cornucopia y metiéndose entre los árboles. Intento seguirla pero me sorprende lo rápida que es. Regreso a la Cornucopia y encuentro al menos siete cuerpos tirados en el pasto..
Ya no hay tributos en la Cornucopia, todos se desplazaron o murieron. Entro rápido al cuerno dorado y tomo dos sets de cuchillos. Dentro ya no hay ni espadas ni lanzas ni arcos. Los profesionales salieron de aquí con armas. Salgo corriendo de la Cornucopia y me quedo unos segundos parada junto a un cadáver. De pronto, las piernas empiezan a picar y a arder, y tengo que moverme rápido si no quiero caer al suelo. Los Vigilantes quieren que nos alejemos de la Cornucopia.
Mientras corro adentrándome al bosque escucho un grito y sé que ha caído otro tributo. Me paralizo un segundo ante el miedo de encontrarme sola, no sé a donde han ido los demás profesionales. No sé donde está Cato. No sé si está vivo o muerto.


(Bueno, muchos esperaban la llegada a La Arena y aquí está :D En fin, gracias por leer, los quiero mucho!)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)

miércoles, 16 de mayo de 2012

CAPÍTULO 7

Jamás. Es lo primero que pienso. No quiero verme débil en La Arena y no quiero que parezca como que yo dependo de Cato. No es así. Para ser Amantes Trágicos necesitamos algo más que ésta seca amistad, y el amor nunca estuvo dentro del acuerdo.
—¿Bien? ¿Qué piensan? —pregunta Brutus con una gran sonrisa.
Ante su pregunta, Cato y yo nos ponemos de pie y empezamos a discutir. No se puede entender nada de lo que decimos, pero al parecer, ninguno de los dos estamos de acuerdo con el plan de Brutus.
—¡Bien, bien, bien! ¡Calma! —responde Brutus intentando tranquilizarnos.
—¡No pasará! —le grita Cato a nuestro mentor.
—Bien, no pasará. Tendremos qué encontrar otra técnica.
Enobaria voltea a verme y yo le respondo con una sonrisa apretando los labios.
—¿Cuál es el horario de hoy? —pregunto intentando cambiar el tema.
—Cada uno tendrá cuatro horas con Zenobia y Enobaria para la presentación y cuatro horas conmigo para el contenido. —responde Brutus— Tú empiezas con ellas, Clove.
Al principio no me imagino para qué necesito cuatro horas con ellas. Zenobia sí puede enseñarme unas cosas, pero Enobaria no es una mujer muy femenina. Vamos a mi cuarto y ahí me ponen un vestido largo y unos tacones altos, que no son los que usaré en la entrevista, y me explican como debo caminar. Para mi suerte, aprendí a usar los tacones altos desde que tenía 12 años, porque son requeridos para las fiestas a las que nos invitan. El vestido no deja de enredarse en los zapatos, pero sé como manejar eso sin caerme. Zenobia parece complacida y Enobaria se limita a vernos.
Después de eso, me muestran como debo sentarme y la postura (al parecer tengo tendencia a elevar demasiado la mirada), el contacto visual, los gestos de las manos y las sonrisas. Todo lo que me enseñan, son cosas que ya sé hacer.
Zenobia sale unos minutos antes y me deja sola con Enobaria.
—Sabes usarlos bien, ¿ah? —dice ella.
—Si, bueno, mi madre nos enseñó a mi y a...
—¿Qué tanto quieres a Cato? —me interrumpe.
—¿Qué? Pffsh. —hago un gesto con la mano— ¿Se nota mucho?
Enobaria suelta una carcajada.
—Eso no debería preocuparte. ¿Estarías dispuesta a dar tu vida por él? Ese es el verdadero problema cuando dos amantes entran juntos a La Arena.
—No somos amantes.
—¡Oh no! Eso queda claro. Él no tiene esa capacidad para amar, pero, ¿y tú?
Yo no respondo.
—Somos profesionales, pero somos personas en realidad. —continúa ella.
Eso me suena más conocido.
—Él no se ha dado cuenta de eso, tú ya lo hiciste, ¿no es así? Lástima que en tu situación es matar o morir.
Zenobia regresa dando brinquitos y Enobaria termina la conversación mirándome a mi y levantando las cejas.
En el comedor, Cato y Brutus parecen de buen humor, y eso me agrada. Después de la comida, Brutus me lleva al salón, me pide que me siente en el sofá y me mira por un rato.
—¿Qué? —pregunto finalmente.
—Intento averiguar qué hacer contigo, como te vamos a presentar. La verdad es que no hemos tenido mucha suerte en público gracias al Distrito 12, y necesitan patrocinadores.
—¿Cuál es el enfoque de Cato? —pregunto.
—Será brutal. Le resultará fácil.
—¿Cuál será el mío?
Brutus me mira por otros momentos.
—Serás letal, pero al mismo tiempo serás dulce, ¿bien?
—¿Como podría ser eso? No entiendo.
—Clove, estoy seguro de que tú sabes como hacer eso. ¿Bien?
—Bien. —respondo, convencida.
Cenamos todos juntos, pero una vez más, nadie habla. Intento no mirar a Enobaria a los ojos, así que me concentro en mi plato, y cuando acabo pido más; como hasta ponerme mal. Cuando termino, me voy a mi habitación.
Recostada en mi cama, me pongo a pensar en lo que me dijo Enobaria sobre Cato. ¿Será cierto? Es cierto que yo ya me dí cuenta de que somos personas después de todo. Es cierto que también me dí cuenta de que solo uno de nosotros puede salir con vida. Es cierto que no sé que sería de mi vida sin Cato.
Por la mañana aparece mi equipo de preparación. Mis clases con Zenobia, Brutus y Enobaria han terminado, este día le pertenece a Gunnar, por desgracia. El equipo trabaja conmigo hasta bien entrada la tarde, convirtiendo mi piel en un instrumento más de trabajo. Katri empieza a trabajarme el pelo; lo recoge todo de forma que pueden verme la nuca. Prueban varios maquillajes en mi cara, y terminan por cubrirme todo el cuerpo con un polvo dorado.
Entonces entra Gunnar con lo que supongo es mi vestido.
—Cierra los ojos. —me ordena.
—No. —le respondo.
—Como sea.
Me ponen un vestido rojo muy bonito, un vestido letal. Los tacones son altos, porque mi estatura es baja, y necesito la altura. Cuando me miro al espejo, me gusta lo que veo. Pero no puedo decirle nada a Gunnar, es algo de orgullo.
Aunque no necesito decirle nada, él está orgulloso de su trabajo.
—Estaré sentado en la plataforma principal, con los demás estilistas. Si necesitas apoyo, puedes voltear a verme.
—Gunnar... ahm... gracias...
—No hay problema. —él sonríe.
No sé si lo veré de nuevo en el tiempo que nos queda antes de entrar a La Arena, y quiero terminar bien con él.
Nos reunimos con el resto del equipo del Distrito 2 en el ascensor. Nitya y los suyos trabajaron bien con Cato: lleva un traje color gris que le queda perfecto. 
Se abren las puertas del ascensor y vemos que los demás Tributos se ponen en fila para subir al escenario. Los veinticuatro nos sentamos formando un gran arco durante las entrevistas. Yo seré la tercera en pasar, porque la chica precede al chico de su distrito. 
Aunque ya cae la noche, el Círculo de la Ciudad está muy iluminado. Hay muchísima gente del Capitolio, hay un balcón reservado para los Vigilantes, y hay cámaras por todos lados. Por otro lado, todo Panem tiene sus televisores encendidos, es obligatorio.
Caesar Flickerman, el mismo entrevistador desde hace 40 años, entra al escenario. El presentador cuenta algunos chistes para animar a la audiencia y después comienzan las entrevistas. 
Primero pasa Glimmer, Distrito 1, sube al centro del escenario presumiendo su vestido transparente dorado. Seguro fue fácil encontrarle un enfoque; tiene cabello rubio, ojos verdes, un cuerpo alto y esbelto... es muy sexy.
Las entrevistas duran tres minutos. Después pasa Marvel, y se muestra confiado y burlón. 
Llega mi turno; me pongo de pie y me acerco a Caesar, después, me siento a su lado.
—¡Clove! ¡Distrito 2! —dice él— ¿Cómo estás, Clove?
—Estoy lista, Caesar, preparada. —digo, en un tono dulce.
—Claro que sí. Haz visto a tus competidores, ¿qué piensas, Clove?
—Son buenos... los he visto entrenar, pero nada que me sorprenda.
—¡Oooh! ¡Alguien está muy confiada! —dice él y la multitud ríe.
No sé como responder, así que intento imitar esa sonrisa malévola que le he visto a Enobaria.
—Bueno, Clove, debo preguntar... ¿qué te pareció el desfile de tributos? El Distrito 12, ¿lo viste? —todos aplauden y yo le dirijo una mirada letal a... Katniss, pero ella tiene la mirada baja en sus manos, que están increíblemente sudadas.
Regreso la mirada a Caesar con un gesto de superioridad.
—Creo que se habla más de ellos de lo que se debería.
—Oh, ¿crees eso, Clove?
—Saldrán rápido del mapa. —sonrío y después suelto una carcajada.
La multitud responde con un "¡oooh!" y mis tres minutos terminan.
Caesar y yo nos levantamos, él me toma de la mano y dice de nuevo: 
—¡Clove! ¡Distrito 2!
Después, me deja ir y Cato sube al escenario.
Su entrevista no me sorprende, se muestra como es. Brutal, sangriento, Cato (Brutal, bloody Cato). No dice nada sobre mi, obvio. Dejamos de lado lo de los Amantes Trágicos y es por eso que no hablamos el uno del otro. Y eso me gusta más.
Después de nosotros, los tributos siguen pasando. La chica con cara astuta del Distrito 5... 8, 9, 10, Rue, Thresh, 12.
Primero pasa Katniss, lo que parece encantarle a la multitud. Lleva un vestido rojo, igual que el mío, y lleva llamas pintadas en sus 20 uñas. ¿Katniss Everdeen, la chica en llamas?
En un momento durante su entrevista, se levanta y da vueltas, de su vestido también salen llamas. Da pequeñas risitas y Caesar la detiene para que ella no caiga. La multitud está encantada.
Ella regresa a su asiento, y Peeta sube al escenario. Después de un rato de bromas y de traer a la multitud de aquí para allá, Caesar le pregunta si tiene novia. Él vacila un poco y después dice que no. Le pierdo un poco el interés, hasta que escucho:
—Creo que no funcionaría. Ganar... no ayudará en mi caso. —dice Peeta.
—¿Por qué no? —pregunta Caesar.
—Porque... porque... ella está aquí conmigo. —responde él.
¿Qué dijo? Todas las cámaras voltean hacia él y hacia Katniss. Yo no lo creo, no creo que sean novios o algo porque... ¡ooooh! ¡Ya entendí! ¡Ellos usaron la técnica de los Amantes Trágicos que nosotros rechazamos! Tendremos que ver si les funciona bien. Aunque, no lo sé, Peeta parecía sincero. Tal vez él si lo sea, pero ella... parece que a ella también le tomó por sorpresa la confesión.


(Ya las tenía muy abandonadas :( disculpen, espero que este capítulo largo les compense :D las quiero mucho.)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)

martes, 8 de mayo de 2012

CAPÍTULO 6

¡Lo he hecho! Debo aceptar que, aunque me creía muy capaz, me intimidaba un poco... ¡pero lo hice! Ahora ésta noche veremos las puntuaciones después de cenar. 
Las calificaciones deben de ser del 1 al 12, para saber que tan prometedor es el tributo. La nota no garantiza quién ganará, claro, pero es de mucha ayuda para conseguir patrocinadores.
Cuando Zenobia llama a la puerta para la cena, me pongo rápido de pie y corro al comedor. Todos están en la mesa, incluso Gunnar y Nitya; me agrada que ellos estén aquí, así les demostraremos que no necesitamos de sus diseños asquerosos ni para ganar patrocinadores ni para ganar Los Juegos.
Empezamos con una sopa de pescado, qué está más salada qué un mar extinto (para esa época) que vimos en la clase de Historia (el Mar Muerto).
Los adultos empiezan a chismorrear y cuando llega el segundo plato, Brutus pregunta:
—¿Y? ¿Qué tal lo hicieron?
—¡Perfecto! ¡Utilicé todas las armas que estaban en el gimnasio! ¡Los dejé impresionados! —exclama Cato, desafiante.
Todos aplauden y lo vitorean, como sea, fuimos entrenados para esto.
—¿Y tú, linda? —me pregunta Enobaria.
—Usé los cuchillos... creo que también los sorprendí. —respondo, sin muchas ganas. Y no sé... es como si no quisiera eclipsar a mi oponente.
También me aplauden, pero no dicen mucho. Seguimos comiendo, trozos de cerdo y puré de papas. Después de cenar, nos sirven a cada quién una copa de vino y nos vamos a sentar en el salón para ver las puntuaciones en televisión.
Primero enseñan una foto del tributo y luego su puntuación... Marvel tiene un 9, nada mal. Glimmer tiene 8, ya me lo imaginaba. Ponen el rostro de Cato en la televisión y tiene un... 10.
—¿¡Diez!? ¿¡Diez!? —grita Cato mientras se pone de pie. —¿¡Es esto una broma!? ¡Lo hice perfecto! ¡Merecía un doce!
Brutus se pone de pie y lo sostiene por los brazos, mientras él sigue gritando. Yo, giro los ojos.
Unos minutos después, llega mi turno. Ponen mi fotografía en la pantalla y yo me clavo las uñas en las palmas de las manos.
¡Diez!
Me quedo sin aliento un rato. Cierto, me merecía una puntuación más alta. Pero, ¿qué es lo que esperaba Cato? Nadie nunca ha recibido ni un 11 ni un 12. Le doy un largo trago a mi copa de vino, y las puntuaciones siguen.
Una chica pelirroja del Distrito 5, tiene un 5. Me da un poco de risa, por la coincidencia de su Distrito con su nota. La pequeñita de doce años, que ahora sé que se llama Rue, tiene un 7... es respetable para su edad. Su compañero de Distrito, el que se acercaba a Cato en estatura, Thresh, obtiene un 9.
Ponen la fotografía del chico del 12, Peeta, en la pantalla y él tiene un... 8. Una buena puntuación hablando del Distrito 12.
Cuando ponen el rostro de su compañera de Distrito, me acerco a la pantalla. Ahora sé que la chica que estuvo en mis pesadillas se llama Katniss... como la saeta de agua. Pasan unos segundos y cuando dicen su puntuación me quedo boquiabierta. 
Once.
El rostro de Cato se frunce y él está enfurecido. Yo, por lo tanto, desearía tener un cuchillo. ¿Once? ¿Qué hizo esa tal Katniss Everdeen? Era la chica a la que Enobaria etiquetó como "el toque perfecto de rebeldía", ¿no? Esto no es normal. ¡Ella es del Distrito 12! ¡Nadie nunca había tenido esa puntuación, y mucho menos alguien del 12! 
Me obligo a tranquilizarme aunque Cato avienta platos y vasos de vidrio a la pared mientras grita y sus manos se llenan de sangre. Él puede tener mucho músculo, pero no piensa mucho sus acciones. Eso no le va a ayudar dentro de La Arena.
Cuando Cato se calma y se seca las manos, nos felicitamos. Un momento algo incómodo.
Después de un rato, me voy a mi habitación. Ahí no me siento más segura, pero al menos puedo estar sola un rato. Al poco tiempo, me quedo dormida.
Al amanecer me quedo un rato tumbada en la cama observando el amanecer artificial del Capitolio. Es domingo, día de descanso en casa. Todos deben seguir dormidos por allá. Hoy saldría sola, con mi hermana, o con algún amigo. Sólo una vez salí a caminar por el Distrito con Cato. Él tenía 12 años y yo tenía 10. Todo ese día hablamos de La Cosecha, que sería la primera de él. Recuerdo que se sentía inseguro por estar pequeño, pero era algo que no podía comentarle a su padre. Quién hubiera dicho que ahora estamos juntos en Los Juegos del Hambre, y que la supervivencia del otro significaría la muerte. ¿Como ignorar eso? ¿Como ignorar eso con alguien a quién consideras tu amigo? ¿Como ignorar eso con alguien quién ni siquiera es tu amigo? Por primera vez, Los Juegos del Hambre se me hacen algo... salvajes.
Zenobia llama a mi puerta para recordarme que me espera otro día "¡muy, muy, muy importante!". Mañana por la noche nos entrevistarán en televisión nacional, así que nuestro horrible equipo de preparación estará preparándonos para el acontecimiento. 
Me levanto, me doy una larga ducha con agua caliente y bajo al comedor. Brutus, Enobaria y Cato están inclinados sobre la mesa, hablando en voz baja, lo que me parece extraño, pero el hambre vence a la curiosidad y me lleno el plato antes de unirme a ellos.
Hoy el estofado se ve rico, está hecho con trozos de cordero y ciruelas pasas, servido con arroz.
Estoy concentrada en mi plato hasta que me doy cuenta de que nadie habla.
—Bueno, ¿qué haremos hoy? —le pregunto a Brutus después de darle un trago a mi jugo de naranja.
—Los prepararán para las entrevistas de mañana. —responde Enobaria.
—Si, y sobre eso... —dice Brutus.
—¿Qué? ¿Otra desagradable sorpresa? —dice Cato.
—Espero que no sea así. —comenta Brutus. —Bueno, ha habido un cambio de planes con respecto al enfoque en la entrevista.
—¿Cuál? —pregunto.
—Queremos que se muestren como Amantes Trágicos.


(Ya verán, ya veránnn. :) Espero les guste y así... uhm... ¡FELIZ CUMPLEAÑOS A NUESTRO AMADO CATO, ALEXANDER LUDWIG! Cumplió sus 20 añotes ayer :3
Y... *redoble de tambores* ¡HOOOY ES EL CUMPLEAÑOS DE NUESTRO SINSAJO, KATNISS EVERDEEN! Cumple 17 para los que leen Los Juegos del Hambre, 18 o 19 para los de En Llamas y Sinsajo y 33 o 34 para los que ya terminamos la trilogía :3 también por éstas fechas es/sería el cumpleaños de Prim :´) ains.)
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viernes, 4 de mayo de 2012

CAPÍTULO 5

Mi noche se llena de sueños extraños, sentimientos que no había tenido antes. Me despierto gritándole a Cato que corra, justo antes de que la chica del Distrito 12 termine con él. No le tengo miedo, es sólo qué... no lo sé. No sé que es lo que siento por la chica del 12.
El alba empieza a entrar por las ventanas y el aire del Capitolio es diferente al de mi Distrito. Noto los músculos tensos y tengo que mover un poco los dedos antes de que la sangre me circule por las venas de nuevo. Salgo de la cama poco a poco y me meto en la ducha, donde conozco bien los botones del panel de control, son parecidos a los de mi casa. Después de darme un baño tibio, secarme e hidratar mi piel con crema, encuentro un traje que me han dejado en el armario: pantalones negros ajustados, una túnica de manga larga color rojo y zapatos de cuero. Me dejo el pelo suelto. 
Ni Brutus ni Enobaria nos dieron una hora exacta para desayunar, y nadie me ha llamado, pero tengo tanta hambre que me dirijo al comedor esperando encontrar comida. Encuentro comida muy bien servida, claro, pero también encuentro a Cato. Él está sentado, tomando café y con un plato lleno de comida frente a él. Le pregunto a un avox si puedo servirme yo misma, y ella asiente. Me preparo un plato con salchichas, huevos y papas fritas. Después, me siento junto a Cato. No decimos nada, sólo vemos como sale el sol mientras comemos.
Me pongo a pensar sobre qué habrá dicho mi madre sobre nuestro debut en el desfile de anoche, seguro ella no quiso poner mucha atención, y mi padre... no creo que esté muy orgulloso después de lo que el Distrito 12 hizo. ¿Qué habrá pensado el padre de Cato? Eso se me asusta un poco. No por mi, por él.
Brutus y Enobaria entran en el comedor, nos dan los buenos días y después pasan a llenarse los platos. Me irrita que Brutus y Enobaria hablen tanto y no nos digan nada. Aunque tal vez no planeen nada aún. Tampoco necesitamos mucha ayuda, no tienen que preocuparse, y lo saben.
El entrenamiento me emociona. Hay tres días para que todos los tributos practiquen juntos. La última tarde nos presentaremos ante los Vigilantes, uno por uno, en privado.
—Bueno, vayamos al asunto: el entrenamiento. En primer lugar, si quieren, pueden entrenarse por separado. Decídanlo ahora. —dice Brutus.
—¿Por qué íbamos a querer hacerlo por separado? —pregunto—. Hemos entrenado juntos toda la vida, creo que no es necesario.
—Bien, entonces empezamos por.... —empieza Brutus pero es interrumpido.
—Pues yo si quiero entrenar solo. —dice Cato.
¿Qué? ¿Por qué hace eso? ¿Hice algo mal? Aunque me extraña y me decepciona, asiento sin pedirle explicaciones.
—Bueno, de acuerdo. Bien, bien, bien. —responde Brutus. —El Centro de Entrenamiento es casi igual al de nuestro Distrito, así que lo conocen bien.
Hablamos un rato más sobre nuestras habilidades y después nos dejan ir. Llego a mi habitación y cierro la puerta con delicadeza para que Cato no piense que su decisión de entrenar solo me afectó. Aunque si lo hizo. Son casi las diez. Me cepillo los dientes y me peino de nuevo. La emoción por encontrarme con los demás tributos bloquean un poco la decepción, pero no mucho.
Las salas de entrenamiento están bajo el nivel del suelo de nuestro edificio. El trayecto en ascensor es mucho menos de un minuto, y después las puertas se abren para dejarnos ver un gimnasio lleno de armas y pistas de obstáculos. Todavía no son las diez pero los Distritos 3, 5, 9 y 11 ya están aquí. Pasan unos minutos y los últimos en llegar son el Distrito 12.
Al llegar todos, nos reunimos en un círculo muy tenso, con un trozo de tela prendido a la camisa en el que se puede leer el número de su Distrito.
En cuanto nos reunimos en el círculo, la entrenadora jefe, Atala, da un paso al frente y nos empieza a explicar como funciona el entrenamiento. Cuando Atala empieza a leer la lista de habilidades, me fijo en los demás chicos. Es la primera vez que estamos todos reunidos en tierra firme y con ropa normal. Muchos son altos y fuertes, pero nadie se compara con la masa muscular de Cato. Tal vez un chico moreno, creo que es del Distrito 11, se compara a él en estatura. Examino por un rato a los tributos del 12. La chica, que estuvo en mis sueños ésta noche, no es muy alta, es delgada y a diferencia de muchos de su Distrito, se ve bien alimentada. Su compañero es de su misma estatura y de un cabello rubio cenizo, él no se ve fuerte, es más bien un chico regordete (no sabía como ponerlo, pero en inglés sería "chubby").
El fogoso debut de ellos dos anoche en el desfile, se desvanece. Los Vigilantes no les dan mucha importancia, así que nosotros nos limitamos a solo mirarlos.
En cuánto Atala nos deja ir, Cato y yo corremos al puesto de armas. No tardamos mucho en hablar con los profesionales del Distrito 1, Glimmer y Marvel. Sabemos que los profesionales debemos manteneros unidos para ganar los Juegos. Siempre funciona.
Mientras lanzo cuchillos a la diana estándar para pasar el rato, veo que los del 12 no se separan. ¿Qué traman? Cada vez me convenzo más de que seré yo la que mate a la chica, y en los primeros minutos de Juegos.
Sigo lanzando cuchillos y al parecer sorprendo al entrenador. Cato corta los brazos y la cabeza de al menos tres siluetas humanas con una espada, de una forma rápida. Marvel hace lo mismo, pero con una lanza. Y Glimmer no sabe usar el arco.

Los tres días siguientes nos dedicamos a visitar otros puestos, aunque no nos vayan a ser útiles. ¿Nudos? ¿Camuflaje? ¿Para qué queremos eso?
Una niña de cabello oscuro de unos 12 años se une para entrenar con el Distrito 12. Vaya aliada.
De vuelta a la planta del Distrito 2, Brutus, Enobaria y Zenobia nos hacen preguntas durante el desayuno y la cena sobre todo lo ocurrido a lo largo del día; qué hemos hecho y quién nos ha observado, como son los demás tributos. Cuando les decimos que algunos tributos ni siquiera saben agarrar bien un cuchillo, todos rompemos a reír. Nuestros mentores están llenos de interminables instrucciones sobre qué hacer y qué no, que seguro nos serán útiles.
Cuando por fin podemos retirarnos a nuestras habitaciones, Cato masculla:
—Clove, estaremos juntos en La Arena, ¿cierto?
Aunque su rostro es duro, su voz parece quebrarse. Al parecer Cato si tiene un lado humano después de todo. Pero la pregunta es: ¿por qué usa su lado humano conmigo?
—Supongo que si. —le respondo en seco y me resisto de preguntarle por qué decidió entrenar solo.
Después de eso sólo hablamos delante de los demás.
El tercer día de entrenamiento empiezan a llamarnos a la hora de la comida para nuestras sesiones privadas con los Vigilantes. Distrito a Distrito, primero el chico y luego la chica, así que soy la cuarta persona en pasar.
Los Vigilantes no llevan mucho tiempo ahí, así que me ponen atención. Me acerco al puesto de los cuchillos intentando disimular cuán emocionada estoy. Tomo un set de cuchillos de combate, aunque también me tienta un set de cuchillos de supervivencia, que supongo que serán los que estarán en La Arena, si me queda tiempo también les mostraré a los Vigilantes que puedo manejar ambos tipos de cuchillos a la perfección.
Me dirijo al centro del gimnasio con tres cuchillos en la mano derecha y tres cuchillos en la mano izquierda y escojo el primer objetivo: el muñeco de las prácticas de arco. Hay una flecha clavada en la pared de atrás, supongo que fue Glimmer.
Aviento el primer cuchillo de la mano derecha y le doy justo en el corazón, no dejo pasar tiempo y aviento un cuchillo de la mano izquierda a otro muñeco y vuelvo a dar en el corazón, me doy una vuelta rápida y aviento el tercer cuchillo por detrás de mi espalda y el tiro es impecable.


Volteo a ver a los Vigilantes y sus rostros no me decepcionan. Tomo aire y bajo la mirada hacia mis manos. Aún tengo un cuchillo en la mano derecha y dos en la izquierda. Sin pensarlo, ruedo por el piso, y aviento los tres cuchillos que tengo en un solo tiro. Y los tres cuchillos entran en tres diferentes corazones de tres diferentes muñecos. Nada mal.
Regreso corriendo a donde empecé esperando encontrar el set de cuchillos de supervivencia, pero se han llevado las armas. Como sea, lo que hice, lo hice muy bien.
Los Vigilantes no me quitaron la mirada de encima en todo el tiempo, y a juzgar por el brillo de sus ojos, creo que saben que han encontrado a una nueva vencedora.


(asdfghjkl díganme por favor que se ve el gif de Clove lanzando cuchillos D: en fin, gracias por leer el fanfic hermosas criaturas del Señor :3 ¡los amoooooo!)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)

viernes, 27 de abril de 2012

CAPÍTULO 4

Unas horas más tarde, estoy vestida con un hermoso (aysi) vestido corto, color dorado. Parezco un gladiador y creo que me veo muy bien.
(me salto la explicación de como es su vestido, porque ya todos sabemos como iban Clove y Cato vestidos...)
—Se ven grandiosos. Van a amarlos. —asegura Gunnar, y acaba por convencerme.
—¿Ya viste a Cato? —le pregunto, intentando esconder que me importa.
—Claro. Ambos se ven muy bien.
Llevo un maquillaje muy dramático en los ojos y me han cepillado el cabello, pero va cubierto.
A pesar de que preferiría ser yo la que destacara en el desfile, me alivio un poco al ver a Cato vestido igual que yo.
—El público no los reconocerá en La Arena. Perfecto, ¿no? —añade Nitya.
No sé si eso sea algo bueno o no, así que me limito a sonreír. Por otro lado, Cato lleva los brazos descubiertos, lo que me distrae un poco.
Nos llevan al nivel inferior del Centro de Renovación, que es básicamente un establo gigante. La ceremonia inaugural va a empezar y están subiendo a las parejas de tributos en unos carros tirados por grupos de cuatro caballos. Los nuestros son de un color café hermoso, unos animales tan bien entrenados que ni siquiera necesitan un jinete que los guíe. Gunnar y Nitya nos conducen a nuestro carro y nos arreglan por última vez.
—¿Qué piensas? —le susurro a Cato—. De nuestro vestuario.
—Parecemos luchadores, lo que somos. ¿No crees? —me responde con una sonrisa entre dientes.
—Tienes razón. —le respondo igual, sonriendo.
Minutos antes de que comience el desfile, llegan Brutus y Enobaria y nos dicen lo obvio, que nos vemos muy bien y todo eso.
Escucho unas risas que vienen de atrás y al fin puedo ver a los tributos del 12, que son ellos los que ríen. Van vestidos en un traje negro, como el carbón. No causarán mucha impresión.
Empieza la música de apertura. No cuesta oírla, la ponen a todo volumen en las avenidas del Capitolio. Unas puertas corredizas enormes se abren a las calles llenas de gente. El desfile dura unos veinte minutos y termina en el Circulo de la Ciudad, donde nos recibirán, tocarán el himno y nos escoltarán hasta el Centro de Entrenamiento, que será nuestro hogar hasta que empiecen los Juegos.
Los tributos del Distrito 1, que van frente a nosotros, van en un carro tirado por caballos blancos como la nieve. Están muy guapos, cubiertos de piedras preciosas. Distrito 1, fabrica lujos para el Capitolio.
La alarma inicial de la muchedumbre al vernos aparecer se transforma rápidamente en vítores y gritos de "¡Distrito 2!". Todos se vuelven para mirarnos, espero que sean patrocinadores, pero sus ojos sobre nosotros no dura mucho, porque de pronto, la audiencia voltea al último carro, con brillo en sus ojos. Volteo a ver a Cato y su expresión es dura, está tan enojado como yo. Ambos volteamos hacia atrás y vemos al carro del Distrito 12, ardiendo en llamas.
¡Pero como! ¡Yo los vi! ¡Estaban vestidos de un negro muy aburrido! ¡No puede ser! ¡Nos han ignorado!
Al ver las caras de los demás tributos detrás de nosotros, se ven tan sorprendidos como nosotros.
Los doce carros llenan el circuito del Círculo de la Ciudad. Nuestros caballos nos llevan justo hasta la mansión del presidente Snow, y allí nos paramos. La música termina en unas notas dramáticas.
El presidente nos da la bienvenida oficial desde el balcón que tenemos encima. Lo tradicional es enfocar las caras de todos los tributos durante el discurso, pero en la pantalla ponen a la pareja del Distrito 12 más de lo que les corresponde. Eso me enfurece aún más, y a Cato ni se diga.
Recorremos el circuito una vez más antes de desaparecer en el Centro de Entrenamiento.
En cuanto se cierran las puertas, nos rodean los equipos de preparación, que se ven tan frustrados como nosotros.
Miro a la chica del Distrito 12 con odio, igual que Cato y muchos de los otros tributos. Ella parece darse cuenta, lo que me provoca un poco de satisfacción. Llegan los estilistas del 12 y apagan el fuego. Lástima que el Capitolio no pudo ver que era sintético.
En cuánto llegan Gunnar y Nitya, Cato corre hacia Gunnar e intenta golpearlo.
—¡Dijiste que seríamos los mejores! —le grita Cato.
—¡Y lo fueron!
La respuesta de Gunnar me molesta hasta a mí. Que hipócrita.
Un par de Agentes de la Paz toman a Cato y se lo llevan. Tengo un compañero de Distrito muy agresivo, dentro de La Arena nos viene bien, pero fuera va contra las reglas.

El Centro de Entrenamiento tiene una torre diseñada exclusivamente para los tributos y sus equipos. Éste será nuestro hogar hasta que empiecen los Juegos. Cada Distrito tiene una planta entera, así que nosotros estamos en el segundo piso.
Me dan mi propia habitación, y al llegar, me dejo caer sobre la cama. Estoy exhausta. Antes de darme cuenta, me quedo dormida hasta que Zenobia va a despertarme para ir a cenar.
Cuando llego al comedor, Cato y Brutus hablan, seguro del desfile. Al parecer, Cato ya no está tan molesto.
Brutus, Enobaria, Cato, Gunnar, Nitya y yo estamos sentados en la mesa. El objetivo no es comer, sino planear estrategias, y con Gunnar y Nitya, no vamos muy bien.
Unas personas silenciosas vestidas con una túnica roja nos ofrecen unas copas de vino. Siempre me ha gustado el vino.
Nadie habla, es cierto, fracasamos en el desfile, no tenemos nada que decir. Yo, me concentro en mi cena: sopa de champiñones, verduras amargas con tomates del tamaño de guisantes, ternera asada cortada en rodajas, fideos en salsa verde y queso que se derrite en la lengua con uvas negras dulces. Una cena deliciosa, pero solo se escucha el sonido de los cubiertos golpeando contra los platos.
—Estuve pensando en sus trajes para las entrevistas... —dice Gunnar en voz baja.
—Si vas a diseñarlos tú, prefiero ir desnudo. —responde Cato.
Eso le cierra la boca y la mesa vuelve a estar tan silenciosa como al principio.
—El toque justo de rebeldía. (the perfect touch of rebellion) —añade Enobaria de la nada.
Seguro hablaba del debut del Distrito 12.
¿Rebeldía? No creo. El Capitolio ya se habría encargado de eso. O más bien, de ella.
—Mañana por la mañana es la primera sesión de entrenamiento. Reúnanse con nosotros para el desayuno y les diré como comportarse. —dice Brutus—. Ahora vayan a dormir.
Cato y yo nos ponemos de pie y caminamos hasta nuestras habitaciones. Cuando llegamos a mi puerta, él se apoya en el marco de la puerta y no me deja pasar.
—¿Qué tal la chica del 12? —me pregunta.
—Nos robó el show. —le contesto poniendo los ojos en blanco.
—Creo que ya sé a quién mataré primero.
Ambos reímos un poco, Cato me da un besito en la frente y da la vuelta.
—Eh, Cato. —le digo antes de que él llegue a su puerta.
—¿Mmm? —me responde.
—Gracias por todo.
—Claro, Clove. —sonríe extrañado y entra a su habitación.
No estoy muy segura de porque le dí las gracias, pero últimamente me he sentido más ligada a él, y tampoco estoy muy segura de si éste sentimiento viene de la Cosecha o desde antes. Sólo sé que me siento más segura estando con él que estando con cualquier otra persona. Y el problema es que solo uno puede sobrevivir.


(OH MY GOD! Jajaja chicos, muchas gracias por sus bonitas palabras :3 creo que les está gustando el fanfic :D varias personas me dijeron que les avisara cuando subiera capítulo :3 btw, no tendré tiempo de escribir ésta semana, así que tal vez habrá capítulo hasta el jueves o viernes :( igual los quiero mucho! Hehe)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)