sábado, 23 de junio de 2012

Avisos.

("Avisos" aysi. Haha) 
Hola chic@s :) como podrán ver, ya cambié la dirección del blog por la que ganó en la encuesta, pero calma, si se confunden o no sé, aún pueden entrar a Clatofanfic (www.clatofanfic.blogspot.com) y ahí leen y pues ya sabrán que hacer :D haha
Y pues bueno... muchísimas gracias por leer el fanfic de Clato, por todas sus lindas palabras y todo eso :´) enserio, muchas, muchas, MUCHAS gracias chicas y chicos, son todos un amor. Cuando digo "los quiero" no lo digo nada más porque si, es que, enserio los quiero muchísimo. Ahora ocupan un gran gran lugar en mi corazón :3 Ha sido una gran experiencia. #ComoLesExplico
Y pues fui a los Teen Choice Awards *O* jaksjkajsa okno.
Y creo que eso es todo...
Los quiero, y muchas gracias por todo :´)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)

jueves, 21 de junio de 2012

CAPÍTULO FINAL

Sin importar lo que haya pasado, seguimos juntos. Somos aliados, y al parecer, amantes. Bueno, no puedo dejar pasar su confesión por alto sabiendo cuales son mis sentimientos hacia él.
—¡Auch, Clove! ¡Me duele! —se queja Cato.
Al parecer el corte que le hice arriba del ojo cuando intentaba defenderme fue más profundo de lo que esperaba; intento limpiarla con la manga de mi chaqueta y con agua, pero la sangre no deja de fluir.
—¿Se ve muy mal? —me pregunta, y noto las primeras gotas de sudor en su frente.
—No, no tanto... no tanto como el corte que le hiciste a Peeta. —ambos reímos.
—¿Dónde crees que estén? —se le quiebra un poco la voz al final.
—¿Peeta y Katniss? Juntos... por la nueva regla y eso.
—Si... Me sorprende como es que Peeta no murió.
—Pues la septicemia va a hacerse cargo de él. Y si no tiene suficientes cuidados, que dudo Katniss, o incluso un patrocinador pueda darle, Peeta morirá. —vuelvo a pasarle la manga por la herida y él vuelve a quejarse.
—Y entonces solo tendremos que ocuparnos de su compañera. —sonríe— ¿Quienes quedan?
—Tú, yo, Katniss, Peeta, la chica del 5 y el chico del 11. —respondo.
—¿Thresh? ¿Sigue vivo? —pregunta Cato.
—¿Quién?
—El chico del Distrito 11. Creí que lo había advertido, y como su compañera de Distrito no era muy grande, creí que no tenía oportunidad. —dice él colocándome un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Pero su compañera fue lo bastante inteligente para aliarse con Katniss. Y sobre Thresh... no ha aparecido en Los Caídos. Entonces, ¿él y Katniss son nuestras amenazas? —digo.
—No, no. No son amenazas. —afirma Cato— Pero si hay que terminar con ellos pronto.
Dejamos pasar un tiempo sin decir nada, y él se queda dormido justo cuando quiero decirle algo.
Me quedo sentada junto a él, y me reviso cortes en los brazos que yo misma me he hecho, por accidente; y me lavo la cara. Estamos en nuestro escondite, bajo el tronco torcido, a unos pocos metros de la Cornucopia, y uno de los lagos en La Arena está muy cerca de nosotros. De ahí es de donde tomo toda el agua que tenemos para beber, y para curar heridas, pero para eso no sirve de mucho.
Es de madrugada cuando el sonido de unas trompetas nos despierta.
Nos miramos desconcertados, y después subimos la mirada al cielo. Vemos el rostro de Claudius Templesmith, anunciando un banquete. Dice que todos necesitamos algo con desesperación; y nosotros necesitamos comida. Peeta y Katniss seguramente necesitan medicina. Al alba habrá mochilas con nuestro número de Distrito en la boca de la Cornucopia.
Claudius desaparece, y todo vuelve a la normalidad.
—¿Vamos a ir? —dice Cato con una gran sonrisa en el rostro.— Nos vendrá bien para matar a algunos  tributos más.
—No. Voy a ir. Tú no. —le digo y reviso las puntas de mis cuchillos.
—¿Irás sola? ¡No! —me toma por un brazo.— No estás sola, Clove.
—Puedo defenderme. —lo obligo a soltarme.— Y estás herido.
—No es para tanto. ¡También quiero matar a algunos Tributos!
—Ah... —digo un poco desanimada— Voy yo pero tú me cuidas la espalda, ¿si?
Preparamos nuestras armas, tomamos un poco de agua, pero eso no nos quita el hambre...
Podría jurar que son alrededor de las siete de la mañana, y varios de los Tributos deben estar preparando sus cosas para el banquete de la Cornucopia. ¿Quienes van a venir? ¿Todos? Reviso los cuchillos en mi cinturón, he perdido tres en todo lo que va de Juegos del Hambre. Cato tiene dos espadas, la lanza de Marvel y la que tenía Peeta, y si no fuera por el corte que le hice arriba del ojo, podría decir que está entero. Hemos perdido unos kilos, si, pero nos sentimos bien.
Yo voy adelante, y Cato me cubre las espaldas. Llevo tres cuchillos en una mano por delante, y otros tres cuchillos en una mano por detrás. Cato trae dos espadas en una mano y una lanza en otra. Nos quedamos escondidos entre unos arbustos, y vemos movimiento a un lado. 
—Vamos a matarla. Está muy cerca. —susurra Cato.
—No. Quiero que todos vean cuando muera, y aquí estamos muy escondidos para las cámaras. —respondo en un susurro.
De pronto, una mesa surge del suelo frente a la Cornucopia. Hay cuatro mochilas negras, unas más grandes que otras. Distrito 2, 5, 11 y 12. Las analizamos un momento hasta que se escucha un pequeño "clic" que indica que la mesa acaba de encajar en el piso. Casi de inmediato, sale una chica corriendo desde dentro de la Cornucopia y toma una de las mochilas. Cato me empuja para que corramos a matarla, pero logro detenernos. Aún no. ¡Era Katniss! No, no era Katniss. Porque tomó la mochila con el número cinco. Era la pelirroja. Me muevo un poco intentando ver hacia donde se fue, pero le pierdo el rastro. No la habíamos tomado a ella como amenaza. Cato me susurra que irá a buscarla y que la matará, pero le digo que no podemos dejar nuestra mochila así de vulnerable.
Nos quedamos unos segundos más ahí, quietos. De pronto, una figura sale despavorida de entre los arbustos, a unos dos metros de nosotros. Lleva arco y flechas, y una trenza.
¡Ajá! ¡Esa si es Katniss! Me vuelvo hacia Cato pero él no está prestando atención. Lanzo un cuchillo a su lado derecho, pero ella lo escucha y logra esquivarlo. ¡Maldita sea! Salgo de nuestro escondite y corro hacia ella. Katniss me ve y tensa su arco apuntándome al corazón; cuando la flecha sale disparada, logro hacerme a un  lado, pero la flecha me da en el antebrazo izquierdo. ¡Ah! Me detengo un segundo para sacarme la flecha del brazo. No sé qué estaba haciendo Katniss, porque ese momento fue más que suficiente para dispararme. Cuando levanto la mirada, ella va llegando a la mesa y está por tomar la mochila con el número doce. La toma, y se vuelve con el arco ya tensado, y en ese momento, uno de mis cuchillos le hace un corte en la frente. Ella se tambalea e intenta lanzar otra flecha, pero está tan mareada que la flecha ni siquiera pasa cerca de mi. ¡Llegó su momento! Me echo encima de ella, no luchamos por mucho hasta que logro pegarle las rodillas y los hombros al piso. La mataré, aquí, ahora. Y muy despacio. Voy a disfrutarlo.
—¿Dónde está tu novio, Distrito 12? ¿Sigue vivo? —le pregunto.
—Está aquí al lado, cazando a Cato. —me responde y empieza a gritar.— ¡Peeta!
Pongo los ojos en blanco y le doy un puñetazo a la altura de la tráquea. Que molesta. Ambas sabemos que Peeta no está aquí.
—Mentirosa. —digo, sonriendo— Está casi muerto, Cato sabe bien donde cortó. Seguramente lo tienes atado a la rama de un árbol mientras intentas que no se le pare el corazón. ¿Qué hay en esa mochilita tan mona? ¿La medicina para tu chico amoroso? Qué pena que no la vaya a ver. —me abro la chaqueta dejando ver una colección de cuchillos que he estado guardando. Selecciono uno de combate, con la hoja curva— Le prometí a Cato que, si me dejaba acabar contigo, le daría a la audiencia un buen espectáculo. —Katniss se retuerce y me desequilibra un poco, pero nada más.— Olvídalo, Distrito 12, vamos a matarte, igual que a tu lamentable aliada..., ¿como se llamaba? ¿La que iba saltando por los árboles? ¿Rue? —que placer tan grande me da hacer esto— Bueno, primero Rue, después tú y después creo que dejaremos que la naturaleza se encargue del chico amoroso. ¿Qué te parece? Bien, ¿por donde empiezo?
Le limpio la sangre de la frente con la manga de mi chaqueta, dándole golpes suaves. Quiero verle la cara. Se la observo un momento, y la muevo de un lado a otro. Veo que intenta morderme la mano, pero le jalo la parte de arriba de la cabeza, y la obligo a apoyarla en el suelo.
—Creo... —intento mostrarme lo más feliz posible, y no lo disimulo.— Creo que empezaré con tu boca.
Katniss aprieta los dientes y yo empiezo a delinear el perfil de sus labios con la punta del cuchillo. En todo el tiempo, ella no deja de mirarme a los ojos. No sé qué esté pensando. 
—Si, creo que ya no te hacen mucha falta los labios. ¿Quieres enviarle un último beso al chico amoroso? —Casi puedo escuchar las risas en casa. De pronto, ella se llena la boca de sangre y saliva y me escupe todo en la cara. Que asco.— De acuerdo, vamos a empezar.
Muevo la mano y el cuchillo tiene la punta entrando a su labio. Tomo un poco de fuerzas para hundirle el cuchillo, y en ese momento una fuerza mayor me arranca de su cuerpo y yo grito.
Thresh me tiene agarrada de la chaqueta y mis pies están a mas o menos un metro del suelo, sino es que más. Katniss se apoya en sus codos, así como yo hice en mi cama en la mañana de la Cosecha. Thresh me mira a los ojos, y después me deja caer de espaldas al suelo. Intento sacar un cuchillo, pero no puedo. Se quedaron atorados en el cinturón y no puedo abrir mi chaqueta.
Thresh empieza a gritarme.
—¿Qué le hiciste a la niñita? ¿La mataste? 
Intento retroceder un poco y ahí me acuerdo de Cato.
—¡No! ¡No, no fui yo! —intento que el miedo no se note en mi voz.
—Dijiste su nombre, te escuché. ¿La mataste? —deja pasar un momento— ¿La cortaste en trocitos como ibas a cortar a esta chica?
—¡No! No, yo no... —Thresh saca una piedra y se la pone en la mano, y pierdo el control. Ya no me importa si me ven.— ¡Cato! ¡Cato!
¿Donde está Cato? ¿O es que me abandonó? ¿Lo mataron? No creo... ¡Tiene que ayudarme!
—¡Clove! —ahí está Cato, pero está muy lejos. Me resigno.
Levanto la mirada y veo la piedra acercándose a mi. Cierro los ojos y siento un horrible dolor en la sien. No tardaré mucho en perder el sentido y luego morir.
Katniss y Thresh intercambian unas palabras rápidas que no logro entender. Y escucho a Cato.
—¡Clove!
Katniss y Thresh desaparecen en el bosque, si es que vi bien. Cato llega corriendo y se arrodilla a mi lado.
—¡Clove! ¡No!
¿Está llorando? ¿Cato está llorando? Trae una lanza en la mano, y con la otra, me da la mano, suplicándome que me quede con él. Me dice que podemos ganar los dos, pero ya no lo escucho bien. Pronto pierdo la vista.
Aún siento su mano sobre la mía, así que él sigue aquí. En los segundos siguientes, una culpa horrible me inunda. Quiero disculparme con todos. Con mis estilistas. Con Zenobia. Con mis mentores. Hasta con Ostro Keene, quién iba a ser mi compañero. Con mi familia. Quiero abrazar a mi hermana. Quiero disculparme con Cato. ¿Por qué? No lo sé. Pero quiero hacerlo.
Cato sigue hablando y ya no entiendo que es lo que dice. Un escalofrío me recorre el cuerpo, y veo, muy vagamente que Cato golpea el piso al escuchar un cañonazo. Mi cañonazo.

FIN.

viernes, 15 de junio de 2012

CAPÍTULO 13

Para la noche, decidimos movernos de la Cornucopia. De todas formas, ya no hay nada ahí.
Caminamos hasta casi la madrugada, buscando un buen lugar donde dormir. Habríamos tomado el primero, pero ni Cato ni yo sabemos trepar árboles. Nos quedamos dentro del bosque, pero a unos pocos metros de la Cornucopia, abajo de un tronco torcido. No tenemos comida, ni agua, y en todo el día solo hemos comido una manzana. Le damos tragos pequeños a la botella de agua, pero no tarda en acabarse. Ahora si no sé que vamos a hacer.
—Así que podemos ganar los dos... —dice Cato.
—Eso parece. —respondo.
Cato suelta una risa pequeña, y después río yo. Reímos por al menos cinco minutos sin parar.
—Ay, Clove. —ríe— Ya no tendré que matarte.
La verdad es que, aunque podamos ganar los dos, Cato sabe que a su padre le gustaría que Cato fuese el único vencedor, así que él aún tiene una estrategia. Y yo no tardo mucho en planear una.
También me pregunto si Peeta murió, o está dando sus últimos respiros... tal vez Katniss está con él; ellos y nosotros somos las únicas parejas que quedan vivas en La Arena.
Nos quedamos juntos, recostados. Mojo mis labios y me acerco a Cato; no sé si una cámara nos esté viendo, y la verdad lo dudo, porque aquí los Amantes Trágicos son Peeta y Katniss; y lo beso. No sé que pase en el interior de él, y tampoco sé que pasa en mi interior. Después, recargo mi cabeza en su pecho y así nos quedamos el resto de la noche. Solo quedamos vivos nosotros, el chico gigante del 11, la pelirroja del 5, Peeta y Katniss. Tendríamos mucha oportunidad para ganar, sino fuera por ésta última.
A la mañana siguiente, despertamos y estamos tan hambrientos, que comemos frutos del primer árbol que vemos, sin importarnos si son venenosos; al parecer no lo eran. Después, Cato mata a un conejo, pero por miedo a encender una fogata, nos lo comemos crudo. Ahora tenemos ronchas por todo el cuerpo, y yo tengo náuseas (les dio teluremia).
Caminamos un poco sin saber qué hacer, esto se está haciendo un poco aburrido.
—¿Cato? —digo.
—¿Si?
—¿Por qué no buscamos a Katniss y a Peeta? Tal vez estén juntos, y así, terminaríamos con los dos de una vez.
—No es tan mala idea.
Regresamos a donde fue el ataque de las rastrevíspulas, donde Cato le dio el corte a Peeta, cerca del lago. Ahí encontramos varios charcos de sangre seca, pero ni Peeta ni su cadáver están ahí. Lo buscamos un rato entre los árboles, pero parece que desapareció. Tenemos tanta sed, que nos metemos al lago y bebemos de él; mientras doy un trago de agua, veo un poco de movimiento en una cueva no tan lejos de aquí. Le muestro a Cato.
—¿Qué crees que sea? —pregunto.
—No lo sé... tal vez son Peeta y Katniss. ¡Vamos a matarlos! —responde y se apresura a salir del lago.
—¡No! ¡Cato! —grito y corro a detenerlo— También pueden ser animales. Mejor no vamos.
—Los animales son comida, ¿no? —dice con una sonrisa.— Podríamos matarlos.
En eso tiene razón.
Tomamos nuestras armas, y caminamos hacia la cueva, pero de pronto, vemos el humo de una fogata un poco más adentro del bosque. No decimos nada, pero decidimos dejar la cueva y correr a la fogata.
Cuando llegamos, no hay ningún Tributo, y esto fue una trampa. Seguimos caminando.
Cato intenta meterse en mi cabeza, y yo intento olvidar las palabras que dijo aquella noche en el Centro de Entrenamiento, el beso, y el beso de anoche. Al menos ya no estoy colgando del fino hilo de "solo uno puede sobrevivir".
El amor dentro de Los Juegos del Hambre no es seguro, es mortífero.
Mientras caminamos, decido que el riesgo lo vale, y que bajaré la guardia. Cato tiene ahora entrada libre. Por otro lado, ya me cansé de fingir que no siento nada por él.
Para la tarde, regresamos a nuestro escondite cerca de la Cornucopia.
Parece que hemos estado aquí desde siempre, claro que nadie nunca dijo que sería fácil. Nunca había tenido tantos pensamientos en tan poco tiempo. ¿Mi familia y mis amigos me aman? Creo que si lo hicieran no me habrían obligado a venir a Los Juegos del Hambre. Bueno, no me obligaron. ¿Los volveré a ver? Si. No. ¿Si? Espero que si.
Pasamos la noche aquí, yo duermo, Cato vigila.
Me despierto en un sobresalto por la madrugada cuando escucho una rama rompiéndose a pocos metros de mi. Tomo un cuchillo, pero no me levanto. De pronto, Cato aparece de la nada y se lanza sobre mi, sosteniendo mis hombros contra el suelo, con la mirada perdida.
Tomo rápido varios cuchillos del cinturón y lanzo uno en su dirección, que le hace un corte arriba del ojo. Cato no se detiene para revisar, saca su espada, y la acerca a mi cuello.
—Solo puede ganar uno, Clove. No me importa la nueva regla. —puedo sentir su aliento caliente en mi cara— Y voy a ser yo.
Levanta la espada para darme el corte, y aprovecho ese momento para empujar a Cato con mis piernas. No tuvo mucho impacto, porque él pesa mucho y yo estoy algo débil; pero si pude quitármelo de encima.
Me pongo de pie y es cuando me doy cuenta de que me sangra la boca; Cato me debió haber dado un golpe para que yo no despertara, o para que me ahogara con mi propia sangre.
Estamos de pie, frente a frente, sabiendo que uno de los dos morirá ahora.
—¡Mátame, Cato! ¡Mátame ahora y no cuando esté durmiendo! —le suelto.
Él no responde nada y se aferra a la espada que tiene en la mano.
—¡No seas cobarde! —le grito.
—¡No soy cobarde! —responde con una pausa entre palabras.
Una vez su padre le gritó cobarde, cuando Cato tenía seis o siete años, y fue porque él no quiso pegarle a una niña. Sé que Cato está pensando lo mismo que yo, cuando veo que su cara se frunce y comienza a correr hacia mi.
Decido enfrentarme a él. Pongo tres cuchillos en cada mano. Cato y yo rodamos por el piso, luchando, una vez más. De pronto, él logra dominarme, y por alguna razón, ahora si estoy inmóvil. Moriré.
Sigo luchando por un rato para que me deje ir, o para poder cambiar posiciones y ser yo la que lleve la ventaja, pero Cato me da una bofetada tan fuerte que se me nubla la vista por un rato.
Cuando recupero la claridad, veo a Cato con la espada en alto y la punta muy cerca de mi cuello. Cierro los ojos esperando la muerte, pero no llega. Escucho un golpe contra el piso y abro los ojos. Cato ha dejado caer su espada a un lado mío.
—No puedo hacerlo, Clove. No puedo.
Me acerco lentamente a él, con varios cuchillos listos en las manos.
—Y sé que mi padre estará decepcionado, pero, Clove, no puedo matarte. Te quiero demasiado.
¿Qué, que?
Ahora si no entendí nada.

(Aw, Cato si la quiere :3 voten en la encuesta! :) los quiero.)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)

martes, 5 de junio de 2012

CAPÍTULO 12

Los demás despiertan temprano, y después de desayunar, sacamos tiendas de campaña y algunas sillas a un lado de la Cornucopia, ya que necesitamos aire fresco y adentro hace calor. 
El dolor de las picaduras ya casi no se siente, así que estamos un poco más activos. Por otro lado, ya solo quedamos nueve, o más bien ocho tributos, ya que Peeta... bueno, él morirá en cualquier minuto. 
Cuando voy sacando una silla de la Cornucopia hacia el campamento, escucho un cañonazo. Tendremos que felicitar a Cato una vez más cuando el rostro de Peeta aparezca en Los Caídos de ésta noche. 
Tenemos nuestro campamento montado, y nuestra pila de suministros está frente a la Cornucopia, a unos veinticinco metros de nosotros. En todo el día no nos movemos, solo que Marvel y el chico del 3 se alejan por unos diez minutos, pero vuelven. 
—¿Clove? —me dice Cato cuando nos quedamos solos. 
—¿Si? —respondo. 
—Ah... 
—¿Qué? —repito un poco molesta. 
—¿Qué... qué haremos cuando queden menos? ¿Y si el Juego se reduce a nosotros dos? 
No sé por qué me da la impresión de que eso no era lo que quería decirme en primer lugar. 
—No lo sé. Espero que no sea así. 
—No, tienes razón. Yo me encargaré de que no sea así. —dice desviando la mirada. 
En ese momento llegan Marvel y el chico del 3. Me toma un momento, pero... ¿Cato dijo que va a matarme? ¿Y que será pronto? Porque ya quedamos menos y... tengo que juntar mis pensamientos y matarlo rápido. 
—¡Miren! ¡Allá! —grita Cato señalando a lo profundo del bosque. 
Todos nos armamos rápido, pero se me hace sospechoso, justo como el humo que nos llevó al incendio, pero aún así voy con ellos. Pero antes de irnos, se inicia una pelea sobre si el chico del Distrito 3 va con nosotros o se queda a cuidar. 
—Se viene. Lo necesitamos en el bosque y aquí ya ha terminado su trabajo. Nadie puede tocar los suministros. —dice Cato. 
—¿Y el chico amoroso? —pregunta Marvel. 
—Ya te dije que te olvides de él. Sé donde le di el corte. Es un milagro que todavía no se haya desangrado. De todos modos, ya no está en condiciones de robarnos. —reitera Cato. 
—Vamos. —dice Cato dándole la lanza que Peeta tenía al chico del 3— Cuando la encontremos, la mato a mi manera, y que nadie se meta. 
Y nos alejamos corriendo. Llegamos en más o menos una hora, porque no tenemos las mismas fuerzas y el lugar está un poco lejos. Lo primero que vemos entre los arbustos, es a una niña intentando prender una fogata. Creo que es una trampa, porque ya había encendido otras dos. La última vez que la vi fue en los entrenamientos, y desde ahí perdí pista de ella. Cato nos susurra que no quiere matarla, que le da flojera, porque la niña seguro no va a luchar contra él. De pronto se escucha una gran explosión, pero no nos volvemos. 
Marvel se ve muy desesperado cuando dice que él quiere matarla. Nadie se opone. La verdad, a mí, me daría pena quitarle la vida a una niña tan pequeña, pero da igual, estamos en Los Juegos del Hambre, aquí es matar a morir. No puedo detenerme a pensar en esas cursilerías de si quiero o no matar a alguien. 
Marvel toma la lanza del chico de 3, y al principio él se opone, pero Marvel le da un fuerte golpe en el pecho y el chico cae al suelo. Cato ríe.
Todos nos quedamos quietos cuando escuchamos que la niña empieza a gritar justo al caer en una de las trampas. "¡Katniss! ¡Katniss!". Así que la Chica de Fuego se alió con el tributo más pequeño, que mala elección. 
Katniss aparece en poco segundos, e intenta cortar la red en la que "Rue", así la llamó Katniss al llegar, cayó. En ese momento Marvel avienta la lanza, Katniss la esquiva, y atraviesa el abdomen de la pequeña.
La muerte de Marvel fue rápida, una flecha del arco de Katniss se clavó en su cuello, él cayó de rodillas y se sacó la flecha del cuello antes de ahogarse con su propia sangre.
Ni Cato ni el chico del 3 ni yo hacemos ningún ruido, solo observamos. Katniss recarga otra flecha y mueve el arco de un lado a otro mientras le grita a Rue:
—¿Hay más? ¿Hay más?
Cato me da una palmada en la espalda, y es cuando me doy cuenta de que tengo la boca tapada con ambas manos. Volteo y él me hace una seña con la cabeza indicando que regresamos a la Cornucopia. Guardo los cuchillos que tengo en las manos, no quiero matar a Katniss, no ahora, no puedo. Supe que Katniss fue voluntaria por su hermana menor, y supongo que Rue se la recordaba. Marvel me recordaba a mi hermana mayor. Conozco el sentimiento.
Mientras caminamos por el bosque hacia la Cornucopia, se escuchan los dos cañonazos.
—Adiós, Marvel. —susurro muy despacio.
Cato se vuelve hacia mi.
—¿Qué dijiste?
—Me despedí de Marvel.
—Es un tributo menos. Da igual. —me sonríe y sigue caminando.
(Quiero darles a entender que aunque Clove era una loca, si tenía algunos sentimientos.)
(Bien, desde aquí habrá unos pequeños cambios, porque si no, no sabría como narrarlo.)
Llegamos a la Cornucopia para encontrar todo destruido.
A nuestro campamento no le pasó mucho, estaba más alejado, pero todas nuestras provisiones volaron en pedazos. Alguien activó las minas. Fue Katniss, fue ella. ¿Dónde estaba antes de la muerte de Rue? ¿De dónde venía?
Las minas fueron destruidas, así que ahora podemos caminar por toda la explanada de pasto frente a la Cornucopia sin cuidado. 
Cato comienza a patear todo, a hacer una rabieta, yo tampoco estoy nada feliz. Cato voltea a ver al chico del 3 con odio.
—¿Por qué no lo cuidaste? —le grita Cato.
—¡Fui con ustedes! —le responde asustado.
—¡No, te dijimos que te quedaras!
En realidad, Cato si le dijo que fuera con nosotros, pero prefiero no decir nada.
—Cato, podemos arreglarlo... Cato. —le suplica el chico.
Cato pierde la paciencia, pone ambas manos alrededor del cuello del chico, y solo logro escuchar un "crac", y después el cañonazo.
Unas horas después, revisamos los restos de las provisiones destruidas, para ver si tenemos algo útil. Sacamos un poco de pan, tres manzanas y una botella de agua. De toda la pila de suministros, solo quedó eso. 
Mientras comemos una manzana, vemos a Los Caídos de ésta noche en el cielo. Rue, Marvel, el chico del 3, y el chico del 10. ¿Y Peeta? Ya me había olvidado de él. ¿Como es que no se desangró?
Vemos a los lejos otra fogata, pero ya no vamos. Puede que sea una trampa. Si es Katniss, tiene arco y flechas, así que ya no sería tan fácil.
—¿Cato? —susurro.
—¿Si? —responde.
—¿Por qué no mataste a Katniss? Estaba indefensa, y dijiste que tú la matarías.
—Lo sé, pero... —aleja los pensamientos de pena que yo también tuve— No lo hice porque ella ya tenía armas.
—¿Y te daba miedo?
—¡Claro que no! ¡Pude haber terminado con ella en segundos!
—¿Y entonces por qué no lo hiciste? —vuelvo a preguntar.
—Porque... ¡Porque no, Clove! ¡Porque no! ¡Porque escuché la explosión y mira como quedó todo! —se levanta señalando el desastre, como intentando cambiar el tema.
—Cato... —le digo obligándolo a sentarse de nuevo— ¿Te daba pena hacerlo? ¿Tuviste compasión?
—Si... —responde y deja pasar unos segundos.— No. ¡No! ¡Claro que no! ¡Clove!
—¿Qué? —respondo gritando, igual que él.
—¡Me haces decir tonterías!
"No son tonterías" intento decirle, pero antes de hacerlo, saca su espada y empieza a amenazarme con ella. Yo saco un cuchillo en automático para defenderme. Estamos a punto de luchar cuando una voz nos para en seco.
—Atención, tributos, atención. —dice Claudius Templesmith— Una regla en los Juegos ha... cambiado. De ahora en adelante pueden ganar dos Tributos, si son del mismo Distrito.
Pasa un momento y nadie dice nada, después, Claudius repite la nueva regla.
Volteo a ver a Cato, ambos sonreímos, y guardamos nuestras armas.

(Ya casi acaba el fanfic :( asdfghjkl. LIAM SE NOS CASA CON MILEY! No saben que feliz estoy por ellos :3 Los quiero mucho. Y poorfi comenten aquí)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)

viernes, 1 de junio de 2012

CAPÍTULO 11

Primero que nada. Capítulo once dedicado a @directionstrong por adivinar el error del capítulo nueve. El error fue que Clove dijo que ni ella ni Glimmer habían matado a ningún tributo, pero en realidad si mataron en el baño de sangre de la Cornucopia. :)

Despierto un poco adolorida y con la boca seca. Los demás siguen durmiendo, y Glimmer no se separó de Cato en toda la noche. Pongo los ojos en blanco e intento despertar a Marvel, cuando de pronto escucho un zumbido. Estoy demasiado aturdida para siquiera ver un nido color gris caer desde un árbol. 
De pronto, el nido gris da contra el suelo y se abre como un huevo. No puedo ver ni escuchar bien, y entrecierro los ojos para poder ver qué son las cositas doradas que salen del nido.
Lo que me despierta es un grito de Glimmer.
¡Auch! Siento unos horribles piquetes en la cara y en los brazos cuando me doy cuenta de que son rastrevíspulas... ¡Son rastrevíspulas! Me pongo de pie lo más rápido que puedo agitando los brazos y muevo los pies hacia donde sea. ¡Auch! Veo a Glimmer a pocos centímetros de mi, e intento tomarla de la mano, y ella la acepta, pero entonces recuerdo qué durmió con Cato. La suelto e intento correr.
Mis pies no responden pero agradezco que sigan moviéndose. No sé si estoy alucinando, pero puedo ver a Peeta y a Marvel "corriendo" igual que yo. Escucho gritos de "¡Al lago! ¡Al lago!", y tengo la vaga sensación de que soy yo. Tal vez no llegaremos antes al lago que los furiosos insectos, pero una vez dentro del agua puede que dejen de picarnos. También parece que no estamos muy lejos, porque aún puedo escuchar los gritos de Glimmer, y son horribles.
Sigo corriendo... no, no corriendo. ¡Auch! Sigo moviendo los pies hacia donde ellos quieran ir, y bajo la mirada a mis manos. Tienen un color morado, que cambia a anaranjado. Hay una oruga caminando en un árbol que se hincha hasta un tamaño gigantesco y me intenta morder un pie, y de pronto explota lanzando un líquido verde por todos lados. Empiezan a salir serpientes rojas y negras de las ampollas de mis manos moradas. Me doy de frente con un árbol que tiene picos punzo cortantes saliendo de su tronco y suelto un grito agudo. Caigo de espaldas en un charco con burbujitas naranjas y espero la muerte. Entonces siento las mordeduras de las serpientes y me desmayo.

Cuando al fin vuelvo en mí, me quedo sentada en donde me desmayé. Comienzo a examinar mi cuerpo, y está hinchado por las picaduras, pero mis manos no son moradas ni una oruga intentó comer mi pie, eso nunca existió. Estoy toda mojada, y a pocos centímetros del lago. Intento levantarme, pero el dolor es horrible, y prefiero quedarme donde estoy. Llevo lentamente las manos hacia el cinturón, y compruebo que me faltan un par de cuchillos. ¿Dónde están los demás profesionales? ¿Y Peeta? Glimmer es obvio que murió, pero, ¿dónde están los demás? Me toco la cara, y no tengo líquido verde, pero si tengo sangre seca.
De pronto escucho unos pasos cerca de mi, e intento tomar un cuchillo, pero el solo hecho de agarrar el mango me duele. Si van a matarme, tendrán que hacerlo ya.
Quién se acercaba era Marvel, tiene la cara un poco deformada, al igual que los brazos y piernas.
—Ah, despertaste. —me dice.
—¿Cuánto tiempo dormí? —le pregunto.
—No mucho. Tampoco yo.
—¿Y los demás? Peeta... Cato...
—Intentan recolectar un poco de frutos mientras yo te cuidaba. Regresaron para matar a Katniss, pero estaban demasiado débiles como para seguirla.
—Oh... ¿Por qué estoy tan mojada? —pregunto.
—Cuando te desmayaste, caíste al lago. Cuando despertamos, Cato y yo te sacamos. No sé como no te ahogaste. —me dice.
Pocos minutos después, llegan Cato y Peeta con las manos llenas de moras. Antes de comerlas, las examinamos. Tienen un líquido rojizo por dentro. (Son Jaulas de Noche...) Decidimos mejor no comer nada.
—No sé como se escapó... —dice Cato.
—¿Katniss? Es rápida... —responde Peeta.
—¡Te dije que la detuvieras! —le grita Cato, quién se ve un poco mas espeluznante; tiene un feo piquete debajo del ojo, y otro debajo de la boca.
Peeta no responde nada. Cato lo toma del cuello y lo golpea de espaldas contra el árbol que tenía picos punzo cortantes en mis sueños. Peeta cae de espaldas, y Cato toma su espada.
—Pudiste haberla matado, y como no lo hiciste, te mataré a ti.
Peeta está muy asustado, y se nota. Hace una mueca de dolor, porque su espalda es la que mas recibió picaduras de avispa, y ahora está sobre ella. Él sabe que está indefenso y que ha llegado su hora.
—¿Como te mataré? —dice Cato.
—Solo hazlo rápido. —le suplica.
—Oh, no. Lo disfrutaré minuto a minuto.
Cato se arrodilla junto a él, curioso que Peeta ni siquiera hace el menor intento por salvarse. Primero le clava la espada lentamente en una pierna, y comienza a hacer un corte mas profundo.
El corte es tan profundo, que por un momento se puede ver la punta de la espada saliendo del otro lado de la pierna de Peeta.
Después, Cato se pone de pie y da la orden de que nos alejemos. Marvel y yo lo seguimos mientras nos alejamos de Peeta y escuchamos sus gritos de dolor. Morirá desangrado o algún otro tributo lo encontrará, seguro su cara saldrá en Los Caídos de la noche de hoy.
Regresamos a la Cornucopia y ahí revisamos todos los frascos de medicina que tenemos, y nos untamos una pomada en los piquetes de las rastrevíspulas.
Comienza a sonar el Himno de Panem, pero hoy no ha muerto nadie. Supongo que Glimmer murió ayer, cuando aún estábamos desmayados.
Revisamos provisiones; aún tenemos mucha comida, mucha agua, medicinas, gafas para la oscuridad... se supone que todo esto debía ser para todos los tributos, pero lo tenemos nosotros.
El chico del Distrito 3 reacomodó las minas explosivas mientras no estábamos, de modo que nos protejan. No pueden verse, nosotros sí sabemos donde están, el chico hizo un mapa, pero los demás tributos no lo saben. Si alguien se acerca, saldrá volando por los aires.
Dormimos dentro de la Cornucopia, y deciden que ahora seré yo la que se quede toda la noche cuidando, me dará tiempo para pensar.
Pensar en como dejé morir a Glimmer, en Cato, en Cato y Glimmer durmiendo juntos, en Marvel, que ahora se ha hecho como mi mejor amigo, en la pierna desfigurada y ensangrentada de Peeta, en Katniss, en dónde estará Katniss, en como mataré a Katniss...

(Ya se ponen las cosas mas intensas :O btw, terminó la encuesta del fanfic Everlark, con 3 votos de Tal vez, 23 de Si, y ninguno de No, así que... habrá fanfic Everlark después de éste! :D weeeeeee! Los quiero). (y porfi comenten aquí)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)