martes, 22 de mayo de 2012

CAPÍTULO 8

Después de la confesión de Peeta y toda la emoción que eso ocasionó, y después de escuchar el Himno Nacional de Panem, terminan las entrevistas.
Durante el Himno, cuando todos estábamos de pie, no pude evitar ver a la pareja del 12. Ellos no se miraban, y el rubor en la mejillas de... Katniss, era obvio.
Llegamos a nuestra planta del Centro de Entrenamiento. Después de desmaquillarnos y todo eso, vamos a cenar; empezamos con una sopa de nata que me revuelve el estómago.
Al terminar de cenar, vemos la repetición de las entrevistas en el salón. Yo parezco mortífera y un poco presumida, creo que estuvo bien. Aunque mi maldita estatura puede que haga a los patrocinadores pensar dos veces sobre mí, Cato no tiene problemas, es grande, es fuerte y es guapo. Su enfoque brutal le salió bien.
Cuando termina el Himno y la pantalla se oscurece, el único que habla es Brutus, pero no logro entender nada de lo que dice. Sólo sé que mañana al alba nos levantarán y nos prepararán para el estadio. Los Juegos empiezan a las diez, pero Cato y yo y los demás tributos tenemos que empezar temprano. Nadie sabe que tan lejos estará el campo de batalla éste año.
Ni Zenobia ni Brutus ni Enobaria irán con nosotros. En cuánto salgamos de aquí, ellos irán a la sede central de Los Juegos donde reclutarán patrocinadores para nosotros. Los que irán con nosotros hasta el punto donde nos lanzan a La Arena son Gunnar y Nitya; hubiera preferido a Enobaria o a Zenobia a mi lado, aún guardo rencor hacia los estilistas que no pudieron hacer un mejor trabajo en el desfile de tributos, pero da igual. Así que ésta noche puede que sea la última vez que vemos a Zenobia y a nuestros mentores.
Zenobia nos toma de la mano sin muchas ganas, y nos desea buena suerte.
—¡Vamos a demostrar un poco de orgullo de Distrito! —dice ella y luego se va.
Brutus y Enobaria se quedan con nosotros y yo me siento obligada a decir:
—¿Algún último consejo?
—Maten a todos sin piedad. Sólo así se ganan Los Juegos. —contesta Brutus.
Es el mismo consejo del tren, así que supongo que si funciona.
Nos despedimos y después me voy a mi habitación. Me doy una ducha, me pongo un camisón, y me acuesto.
Pasan las horas y no puedo quedarme dormida. Pienso a quién mataré primero. Antes quería matar primero a la chica del 12, pero ahora como que me da ternura, pero sí quiero que Cato o yo ganemos ésto, debo "matar sin piedad". Mataré al primero que se me ponga enfrente. 
Estoy tan inquieta que comienzo a dar vueltas por la habitación, pero no dura mucho. Camino por el pasillo y llego a la puerta que da al tejado, le pido a un avox las llaves y salgo al balcón. No pasan ni diez minutos cuando alguien más está conmigo. Al principio creo que es Brutus, diciéndome que ya vaya a dormir, pero luego me doy cuenta de que es Cato.
—Deberías dormir. —me dice él.
—No puedo. Supongo que estoy...
—¿Ansiosa? Yo lo estoy. —dice con una sonrisa.
—No, estoy más bien nerviosa. —le respondo.
—¿Nerviosa? No deberías. Me tienes a mi para protegerte. —me dice apenado.
Volteo a verlo y sus ojos verdes se clavan en mi. Intento cambiar el tema.
—¿Viste la fiesta? Se supone que es por nosotros, ¿no? —le digo asomándome por encima del barandal. 
—Si la fiesta fuera por nosotros, estaríamos ahí abajo bailando. —me responde.
Suelto una risita y vuelvo a verlo. Me sonríe. Primero siento sus cálidos labios sobre los míos y después me inunda un sentimiento que no sé como se llama, pero tampoco me atrevo a cuestionar. Cato me besó. Me siento un poco mal por pensar ésto, pero una noche antes de salir a La Arena, se me hace imposible no hacerlo. "¿Qué trama?" No encuentro respuestas.
Me da un golpecito en la espalda, y antes de irse, me dice:
—Deberías dormir sino quieres ser la primera muerte. —me sonríe una vez más y se va.
Lo dijo bromeando aunque... en realidad no estoy pensando en eso.
Regreso a mi habitación pero no consigo dormir. Maldición.
No veo a Cato por la mañana. Gunnar viene por mi, me da una túnica sencilla y vamos al tejado donde estuve anoche. Un aerodeslizador surge de la nada. Pongo pies y manos en el primer escalón, y después no puedo moverme. Una especie de corriente me pega a la escalera y me sube al interior.
Cuando logro despegarme, llega una mujer con bata blanca y una jeringuilla en la mano.
—Es tu dispositivo de seguimiento, Clove. ¿Me dejas colocártelo? —me explica.
Le digo que si, y siento un dolor agudo cuando la aguja entra en mi antebrazo. Ahora los Vigilantes pueden localizarme donde sea.
Después de todo esto, Gunnar y yo nos dirigimos a una habitación donde nos sirvieron el desayuno. No tengo hambre, pero como hasta sentirme mal; para tener fuerzas en el estadio. Veo por la ventana y me doy cuenta de que sobrevolamos la ciudad, al fin siento un poco de la emoción que Cato dice sentir cada que hablamos de Los Juegos.
El viaje dura media hora, y después todo se oscurece indicando que llegamos al estadio. Bajamos a unos tubos subterráneos y nos dan indicaciones para llegar a mi destino, que se llama Sala de Lanzamiento.
Después de ducharme, Gunnar me viste con la misma ropa para cada tributo y me peina. Me explica que puedo llevar alguna insignia a La Arena, pero no me da ninguna, también me dice que Glimmer intentó meter un anillo con una punta venenosa. ¿Soy yo o Glimmer es una persona muy tonta?
Me despido de Gunnar y le doy las gracias sinceras. Ésta sea tal vez la última vez lo que veo, si es que quiero que Cato salga con vida, y quiero terminar bien con él, porque él puso todo su esfuerzo, aunque no fue suficiente esa noche.
Después de un abrazo que tanto necesitaba, me rodea un cilindro de cristal. Le digo adiós por última vez y el cilindro empieza a elevarse. Durante quince segundos, me encuentro a oscuras. Después noto que una placa metálica sale del cilindro y me lleva hasta la brillante luz del sol. No logro ver nada claro, pero puedo oler aroma a pino.
En ese momento oigo la voz del legendario presentador Claudius Templesmith por todas partes.
—Damas y caballeros, ¡que empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre!

Sesenta segundos. Es el tiempo que tenemos que estar de pie en nuestros círculos mecánicos antes de que el sonido de un gong nos libere. Sesenta segundos para observar a los demás tributos y a los suministros que hay en la boca de la Cornucopia.
Observo La Arena. Estamos en un terreno despejado y llano, logro ver un acantilado y un lago. Es un bosque.
En la Cornucopia veo dos sets de cuchillos de combate y un poco mas alejados, también hay sets de cuchillos de supervivencia. Tomaré el set al que llegue primero y comenzaré a matar.
Cato está a tres tributos a mi derecha, pasando por Katniss. Ella está viendo a Peeta cuando suena el gong.
Corro lo más rápido que puedo y soy de las primeras en llegar a la Cornucopia, Glimmer y Marvel ya tomaron armas y empiezan a matar a otros tributos, yo abro a toda velocidad el set de cuchillos de combate y pongo seis en cada mano. Lanzo el primer cuchillo y le doy a un tributo del Distrito 10, que cae muerto al instante. Corro un poco más y le doy en la espalda al chico del 9. Cuando él cae al piso, logro ver a Katniss. ¡Ah! ¡Perfecto! Lanzo un cuchillo en su dirección, pero la maldita se cubre con una mochila y el cuchillo se clava ahí.


Katniss se levanta y corre en la dirección contraria a mi, alejándose de la Cornucopia y metiéndose entre los árboles. Intento seguirla pero me sorprende lo rápida que es. Regreso a la Cornucopia y encuentro al menos siete cuerpos tirados en el pasto..
Ya no hay tributos en la Cornucopia, todos se desplazaron o murieron. Entro rápido al cuerno dorado y tomo dos sets de cuchillos. Dentro ya no hay ni espadas ni lanzas ni arcos. Los profesionales salieron de aquí con armas. Salgo corriendo de la Cornucopia y me quedo unos segundos parada junto a un cadáver. De pronto, las piernas empiezan a picar y a arder, y tengo que moverme rápido si no quiero caer al suelo. Los Vigilantes quieren que nos alejemos de la Cornucopia.
Mientras corro adentrándome al bosque escucho un grito y sé que ha caído otro tributo. Me paralizo un segundo ante el miedo de encontrarme sola, no sé a donde han ido los demás profesionales. No sé donde está Cato. No sé si está vivo o muerto.


(Bueno, muchos esperaban la llegada a La Arena y aquí está :D En fin, gracias por leer, los quiero mucho!)
Atte: Fer. aka @ProudOfJennLaw en Twitter. :)

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